Nunca he pensado que el colchón de una cama sea un lugar adecuado para guardar valores, pero a como están las cosas, uno llega a preguntarse si existe algún sitio cien por ciento confiable para hacerlo.
¿Dónde puedo tener seguro mi dinero? Es una pregunta trascendental en estos días en los que abundan los fraudes digitales perpetrados por verdaderos maestros en el arte de engañar.
Cualquier llamada de un número desconocido, cualquier carita feliz enviada por un contacto anónimo por WhatsApp o cualquier correo “inocente” es la puerta de entrada de una estafa.
Los timadores aprovechan la distracción y la ingenuidad de sus víctimas para obtener datos sensibles que les permiten vaciar sus cuentas bancarias en segundos y sin ningún remordimiento.
El segundo golpe se lo lleva el afectado cuando, al acudir al banco en busca de ayuda para recuperar el dinero, lo reciben con la retahíla del “por su culpa, por su culpa... por su gran culpa”.
Para amplificar la vulnerabilidad que siente el ciudadano, las noticias sobre entidades financieras caídas en desgracia debido a irregularidades causan todavía más temor.
Cualquiera está expuesto a una crisis nerviosa al ver que los ahorros de toda la vida o una inversión corren el peligro de esfumarse a causa de los malos manejos de quienes supuestamente debían custodiarlos.
Parte de la culpa se la van a echar a la persona que por ambición excesiva, codicia o glotonería decidió jugársela en una operación que al final resultó ruinosa.
En esta historia, el cliente siempre es el que tiene más que perder: su dinero y su tranquilidad. El problema es que tantas decepciones también golpean al sistema financiero.
Por eso, considero que ha llegado la hora de darle vuelta a la tortilla para que los órganos supervisores y las propias entidades tomen medidas preventivas mucho más eficaces.
Si los bancos saben que los timadores consiguen las claves de sus clientes, deberían crear un sistema que pida al usuario una doble o triple confirmación antes de autorizar la transacción.
Por otra parte, la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) debería publicar todos los años una lista de las instituciones que muestran una condición financiera saludable.
Esta guía ayudaría a tomar mejores decisiones y saber a quién reclamar la indemnización en caso de que no se brinde información confiable.
Ronald Matute es jefe de información de La Nación.