En la discusión sobre educación, suele dominar la pregunta de si el país debe invertir más o menos recursos. El Informe Estado de la Educación 2025 ofrece un recordatorio clave: antes de crecer en presupuesto, hay que resolver un problema estructural de gestión.
En los últimos 20 años, la ejecución del MEP ha sido irregular. Entre 2006 y 2011 superó el 95%. Tras la reforma del 8% del PIB en 2011, cayó a 90% en promedio entre 2014 y 2018, y en 2018 registró el mínimo histórico (88%), justamente en el año con más recursos.
Una señal clara: el Ministerio no siempre logra transformar dinero en resultados. La explicación está en las categorías principales en las que se puede dividir el presupuesto.
El 97% se destina a remuneraciones y transferencias, partidas que se ejecutan casi por completo porque implican pagar planillas o girar fondos a otras instituciones que serán las encargadas de utilizarlo. A pesar de esto, año con año la Contraloría documenta cientos de miles de reclamos por errores en planillas.
En cambio, el 3% que depende de la contratación de bienes y servicios por parte de los funcionarios de las oficinas centrales del MEP revela la fragilidad: su ejecución no ha alcanzado el 60% en los últimos años. Un ejemplo claro ocurrió en 2024, tras el fin del convenio con la FOD, el MEP incluyó ¢8.500 millones en su presupuesto, pero no inició a tiempo las licitaciones y renunció a ejecutarlas. Recursos disponibles que nunca se convirtieron en computadoras ni conectividad.
Incluso prácticas rutinarias, como presupuestar menos de lo requerido para aguinaldos y luego ampliar las partidas, muestran una institucionalidad que improvisa más de lo que planifica.
La conclusión es clara: el problema no es solo cuánto invertir, sino cómo hacerlo. Mientras los recursos vayan a salarios o giros automáticos, la ejecución es cercana al 100%. Pero cuando el MEP debe planear, comprar y dar seguimiento, la maquinaria se traba.
El camino al 8% requiere como punta de partida una mejor gestión, como reconoce el Estado de la Educación. Ordenar adquisiciones, fortalecer la Proveeduría, dar seguimiento público y profesionalizar la administración es la única manera de que cada colón adicional se traduzca en más y mejores aprendizajes.
Andrés Fernández Arauz es economista.
