A una secretaria de 23 años de edad le robaron ¢210.000. “Siempre he pensado —dijo— que esa gente tiene contactos en los bancos, porque los únicos que sabían que yo necesitaba retirar el FCL eran mis papás y el banco al que mandé la solicitud”.
El ex gerente general de uno de esos bancos, ya pensionado, lo denunció en su Facebook: “Puede haber gato casero”. Por supuesto que lo hay. Lo confirma el Organismo de Investigación Judicial (OIJ). “Los estafadores obtienen bases de datos lícitas, o compran bases de datos ilícitas, donde funcionarios de diferentes entidades, aparentemente, venden datos de personas”, declaró Yorkssan Carvajal, jefe de la Sección de Fraudes.
Osvaldo Ramírez, investigador de esa unidad, agregó que han detectado bases de datos provenientes de las entidades bancarias y estatales, pero no han podido determinar cómo salieron de ahí.
El estafador que engañó a la secretaria haciéndose pasar por funcionario bancario tenía el número de celular, sabía dónde trabajaba y desde hacía cuánto tiempo, y conocía hasta la solicitud para el retiro del Fondo de Capitalización Laboral.
Lo exasperante es la parsimonia de los bancos y su respuesta cliché a los estafados: “Es culpa suya porque dio los datos”. De ese modo se desentienden del delito y, como es evidente, se cruzan de brazos, aunque el dato es dramático: entre enero del 2021 y abril del 2022, los delincuentes sustrajeron ¢5.500 millones ($8 millones).
Es verdad, los bancos donde hay más estafas se cuentan con tres o cuatro dedos, pero el problema es que tanto hurto hunde la confianza en el sistema bancario, al punto que un comentario común es volver al tiempo de las abuelas, es decir, guardar el dinero debajo del colchón. Por supuesto, esa no es la solución.
La solución es que los tres o cuatro bancos inviertan en identificar al gato casero y, paralelamente, impongan sistemas dobles de verificación de cada transacción —guste o no a su clientela— y, sobre todo, hacerse responsables y no las de Pilato.
Duele leer comentarios en Facebook como el de Gerardo Rojas Oviedo: “Perdí ¢5.845.000 el 14/12/20, puse la denuncia y sigo esperando”.
amayorga@nacion.com
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Las estafas a clientes de bancos alcanzó ¢5.500 millones en año y medio Fotografía: (Alejandro Gamboa Madrigal)