
Las personas que aspiran a la presidencia de la República deben pronunciarse acerca de los resultados del reciente Informe del Estado de la Educación. Entre los puntos que urge valorar se encuentra el de la lectura, el cual resulta fundamental para el aprendizaje de todas las áreas del currículo. Apremia comprender que, si no se lee y si se carece de habilidades de comprensión lectora, difícilmente se obtendrá un buen desempeño en materias como Matemáticas, Estudios Sociales o Ciencias.
Sin embargo, el problema no puede ser señalado únicamente como cognitivo, pues la lectura es mucho más que una determinante fuente de información. Cuando leemos, contribuimos al desarrollo del pensamiento crítico y dialogamos con textos creados por personas de otras culturas, que reflejan diversidad de ideas o sentires. Leer nos permite sensibilizarnos con otras realidades; nos hace seres más independientes y humanizados.
Sugiero a los diferentes partidos políticos considerar las siguientes recomendaciones para mejorar las prácticas lectoras en centros de educación preescolar y de primaria:
Asignación de recursos. Con la urgencia de acercarse, de manera gradual, al 8% del PIB establecido constitucionalmente para la educación, es necesario considerar fondos para crear y fortalecer bibliotecas en la mayoría de las escuelas. A pesar de que no es conveniente desdeñar los textos bibliográficos que se encuentran de manera gratuita en Internet, el niño necesita el libro impreso en papel; es esencial que pueda palparlo, olerlo (pues cambia su aroma con el paso del tiempo) y mirarlo sin necesidad de estar conectado a ninguna fuente de electricidad. El libro es un objeto de arte que es necesario abrazar, para desarrollar un vínculo afectivo.
Calidad de tiempo. Es imperativo que el personal docente dedique más tiempo al estudiantado en el aula y cumpla con menos trabajos administrativos. También se debe poner atención a los docentes que compran planeamientos con escasas y mal elaboradas prácticas de lectura. Nunca puede pedirse a un estudiante que lea si el maestro no es capaz de leer con él. Tampoco se trata de obligar a los niños a hacer lectura silenciosa mientras el maestro se dedica a otras funciones. Se forja el hábito dando el ejemplo, ejecutando la lectura en voz alta, la narración de cuentos, la recitación poética, la puesta en escena de obras de teatro y poesía coral, o bien mediante el rescate de juegos tradicionales. Son actividades que no corresponde realizar únicamente el 23 de abril, Día del Libro, pues deberían prácticas cotidianas. Leer, en la educación preescolar y primaria, es un acto vivo, que ante todo se disfruta y se realiza sin perder el sentido lúdico.
Calidad de materiales de lectura. El acervo de la biblioteca escolar debe estar compuesto por libros que cumplan parámetros de calidad claramente establecidos en lo que respecta a su escritura, ilustración, diagramación y edición en general. Los niños no merecen textos mediocres, aburridos y mal elaborados; por el contrario, resulta ideal que conozcan lo más granado de la literatura costarricense e internacional, clásicos de la Antigüedad y obras recientes creadas con cuidado y rigurosidad estética.
Formación docente. De nada sirve contar con bibliotecas bien equipadas si el personal docente no lee; por eso, las universidades privadas y públicas deben comprometerse a formar profesionales que lean. Ante todo, es relevante ponerles atención a los maestros que realizan cursos en línea, pues resulta dudoso que, durante la totalidad de su formación, desde el grado hasta los posgrados, lean al menos un libro completo. Una universidad no puede existir sin una buena biblioteca y planes que busquen el amor hacia los libros.
Participación comunitaria. Las prácticas de fomento de la lectura resultarían infructuosas si no participa la familia y la comunidad en general. Es necesario que en la escuela se motive a las personas adultas a leer cuentos a los niños antes de dormir. También urge procurar recursos para que cada niño cuente con una biblioteca personal, aunque sea pequeña.
Bien se observa que el Estado juega un papel fundamental en la formación de hábitos lectores, por lo que esperamos que los diferentes partidos que aspiran a puestos en el Poder Ejecutivo y el Legislativo se pronuncien al respecto con propuestas concretas y realizables.
autorcarlosrubio@yahoo.com
Carlos Rubio Torres es profesor jubilado de la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad Nacional (UNA).
