Sobre esto último, el especialista señala que el Ministerio de Educación Pública (MEP) podría ofrecer una educación de mejor calidad mediante la reducción del número de alumnos por maestro.
Aunque teóricamente la afirmación parece lógica (menos nacimientos hoy implican menos estudiantes en el futuro, y por lo tanto, menor necesidad de recursos), lo cierto es que, para que ocurra, se requiere eficacia y eficiencia, aún no observadas en el país, en el sistema educativo.
El ejemplo más claro son los programas sociales que procuran promover la permanencia de los estudiantes en las aulas, por ejemplo, las becas Avancemos.
Cerca de 280.000 jóvenes reciben la beca, pero más de 350.000 la requieren y no la tienen. La reducción del número de jóvenes que se prevé en los próximos 10 o 15 años podría reducir la demanda insatisfecha, pero no la eliminará, y continuarán existiendo presiones por más recursos para ofrecer becas, transporte y alimentación a los estudiantes que más lo necesitan.
La reducción de docentes, derivada de un posible descenso en el número de estudiantes, tampoco será viable. El 84 % de los estudiantes de primaria no reciben el currículo completo, tanto por limitaciones de espacio (infraestructura) como por un déficit de contratación docente.
De nuevo, la reducción en el número de niños y jóvenes sí disminuirá la cantidad de estudiantes que no reciben el currículo completo, pero no lo solucionará (ni debería ser la apuesta para solucionar los problemas actuales).
Si bien el Estado de la Educación y la Contraloría General de la República documentan que el MEP podría ser más eficiente en el uso de su presupuesto y alcanzar mejores resultados, esto no implica que no sea preciso un mayor presupuesto para aumentar la asistencia, la permanencia y la calidad educativa.
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