Una caterva de gobernantes inescrupulosos empuja afanosamente a la humanidad hacia un precipicio. Que sean una multitud sí que es problema, pues constituyen una epidemia. No son una “liga del mal” que pueda ser individualizada como un sujeto cohesivo para entonces enfrentarla. Cada cual va por lo suyo; pelean entre sí, o no, pero, entre todos, tienen nuestras almas en vilo.
El otro problema es que no les importa adonde carajos nos están llevando. En algunos casos, hasta los tiene sin cuidado cometer crímenes contra la humanidad. Lo importante es mantenerse en el poder a toda costa, enriquecerse sin medida –ellos, sus familias y círculos de confianza–, usar el poder para acumular más poder y, sobre todo, barrer de la faz de la tierra a quienes se les opongan.
Perfilan el ethos de nuestro tiempo, una era oscura, desbordante de energía negativa, en la que es moda atacar logros históricos como los derechos humanos y la ciencia, y atacar a los débiles. Hasta la empatía, una habilidad básica para la sobrevivencia de nuestra especie, es denunciada como una debilidad. De esta manera modelan un liderazgo político cincelado a partir de la masculinidad tóxica, la degradación de la palabra por la mentira, la mezquindad como valor supremo y la crueldad como arma de escogencia.
Formar una lista de estos personajes y escribir una breve reseña de cada uno ocuparía varias páginas. ¿Por quién empezar? Siempre hay jerarquías, porque hasta para ser malo hay distintas capacidades y méritos, pero no tengo métrica para ordenar la falta de escrúpulos y la maldad. En cambio, tengo razones para nombrar, sin orden aparente, los que creo más destacan hoy, advirtiendo que hay muchos codazos por el podio.
Desde esta perspectiva nombro a Putin, Trump y Netanhayu como los supremos. El gobernante israelí, pues, con tal de aferrarse al poder contra los deseos de la mayoría de su país, se ha embarcado en una espiral de agresión y crueldad. Trump y Putin son V.I.P en ese club, uno por desvergonzado y otro por perverso calculador. Pero la lista es mucho más extensa: los talibanes, el ayatollah de Irán, Orban de Hungría, la junta de Myanmar…
Y eso que apenas puedo mencionar a los impresentables del vecindario, los Maduro, Ortega-Murillo, Bukele, Boluarte o Milei. Unos más, otros menos, unos de un lado y otros de otro, pero todos cortados con la misma tijera. Habrá que sobrevivirlos.
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Jorge Vargas Cullell es sociólogo.