En el año 2024, Alemania, que es la tercera economía en PIB nominal del mundo, tomó la decisión de invitar a los jubilados a regresar voluntariamente al trabajo y a quienes estaban próximos a pensionarse les ofreció incentivos para que pospusieran su jubilación. La razón de fondo: el envejecimiento de la población, sumado a la pérdida de contribuyentes, hace insostenibles los sistemas jubilatorios.
La propuesta es muy sencilla: se ofrece un pago de hasta 2.000 euros libres de impuestos, en el entendido de que el empleador seguirá contribuyendo con el aporte de seguro de pensión y desempleo, lo que, en términos reales, es un aumento bruto del 10,6% para todo el que regrese al trabajo.
En Alemania sucede lo mismo que en Costa Rica: la pirámide poblacional se invierte por los cambios demográficos. Año a año, se reducen los contribuyentes a los fondos de pensión porque van saliendo los que se jubilan y cada vez entran menos personas a contribuir debido a la baja en la tasa de natalidad.
La diferencia es que esta medida se tomó en Alemania cuando la población económicamente activa, si bien iba a la baja, constituía el 60,88% de la población, en tanto en Costa Rica la población laboral se encuentra en un 50,3%, según datos del último trimestre.
Al contrario de Alemania, la última reforma de pensiones aquí, lejos de incentivar la permanencia en el trabajo de quienes estaban próximos a jubilarse, generó una ola masiva de retiros anticipados, pues las condiciones futuras de la pensión serían menos favorables. Sé de muchas personas que, de no ser por tales cambios, se habrían quedado trabajando más tiempo.
Tenemos un problema grave que empeora cada año porque, además de los cambios demográficos citados, la deuda del Estado con la Caja Costarricense de Seguro Social crece sin pausa. Y, como ha sido la tónica en esta administración, el problema se niega y no se toman acciones. Increíblemente, se cambia a los jerarcas y la actitud negligente persiste.
En medio de esto, todavía insisten en vendernos la mentira de que hay que celebrar la baja en la tasa de desempleo, cuando la realidad es que la reducción en dicho indicador no es porque creciera el empleo, sino porque disminuyó la población económicamente activa que busca trabajo, y los más afectados siguen siendo las mujeres y los jóvenes.
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Nuria Marín Raventós es politóloga.