La primera premisa resultó equivocada pues, al contener nicotina y poderse incrementar las dosis de esta sustancia, los cigarrillos siguen desarrollando adicción. En cuanto a lo segundo, si bien es cierto que estudios de la Universidad de Yale indican que el e-cigarette y el vapeo son menos peligrosos, sí tienen consecuencias en la salud a largo plazo, especialmente si contienen THC (cannabinoide psicoativo).
Aunque no es la primera vez que escribo sobre este tema, lo hago de nuevo porque me sorprendió leer, en un periódico europeo, a una doctora alertando sobre los efectos en la salud que tendrán los usuarios de estos productos en 15 años; y lo peor es que, según la médica, los factores de riesgo aún no están totalmente identificados.
Según la Ley 10066 y su reglamento, solo pueden ser usados por mayores de 18 años. Ojalá esto se cumpla; no obstante, tanto jóvenes como adultos caen en el mercadeo atractivo, cuyos colores y olores hacen pensar que se trata de un producto poco dañino, cuando no es así.
Para el Dr. Michael Joseph Blaha, del Johns Hopkins Hospital, uno de los más respetados en el mundo de la medicina, hay cinco factores que debemos conocer: 1) Como lo mencioné, el vapeo es menos dañino que el cigarrillo tradicional, pero contiene nicotina y químicos tóxicos. 2) El vapeo es malo para el corazón y los pulmones, lo cual produce, a largo plazo, presión alta y adrenalina, que pueden llevar a un ataque cardíaco. 3) Los e-cigarattes son tan adictivos como los tradicionales, y a veces más, por las cargas altas de nicotina. 4) No son la mejor vía para dejar de fumar. 5) Es el mecanismo para que una nueva generación caiga en la adicción a la nicotina, lo que, además, puede predisponer a la ansiedad y la depresión.
Hoy quiero alertar a consumidores y padres de familia para que no se dejen llevar por otro engaño de la industria, que claramente puede afectar la salud.
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Nuria Marín Raventós es politóloga.