La urgencia de la conformación de un grupo de trabajo para redactar las leyes destinadas a combatir el narcotráfico y pulirlas antes de presentarlas al plenario quedó clara después de escuchar las declaraciones del presidente de la República, Rodrigo Chaves, posteriores a la reunión sostenida el jueves con sus pares de los poderes Legislativo, Rodrigo Arias, y Judicial, Orlando Aguirre.
En la reunión, participó también la diputada y presidenta de la Comisión de Narcotráfico, Gloria Navas.
Las palabras del mandatario evocaron las caricaturas animadas de la Warner Bros. en un viejo televisor Toshiba de transistores, en blanco y negro. En aquel entonces, el estereotipo del ratero de estatura media, regordete, barba descuidada, gorra, cara redonda y cabeza pequeña era común en estas caricaturas y solía terminar tras las rejas.
Los argumentos de los dibujantes reflejaban la tipología del siglo XX, afines a las teorías de Cesare Lombroso, considerado el padre de la criminología. Aunque fue un estudioso, erró en su apreciación sobre el origen de los criminales, como Chaves yerra en este momento cuando asevera que “tiempos extraordinarios merecen acciones extraordinarias”.
El presidente de la República abogó el jueves por un “nuevo paradigma” en la redacción de las leyes contra el narcotráfico y el sicariato. Planteó, consciente o inconscientemente, la teoría de Lombroso de hace más de 130 años, según la cual algunas personas nacen malas y, por ende, son incorregibles.
“Hay que ver quiénes intrínsecamente son más peligrosos para la sociedad para decidir qué hacer con ellos mientras se les da el debido proceso” y “necesitamos poder sacar a esos muchachos, la mayoría y a sus capos, ponerlos en la cárcel, esa es la palabra, ahí están más seguros ellos mismos y la sociedad producto de eso”, expresó Chaves.
La variante del mandatario costarricense, con respecto a la ideas de Lombroso, es la inclusión de los jóvenes en su “nuevo paradigma”. Lombroso, criminólogo y médico italiano, admirador de Darwin, escribió en 1893 que “para los criminales natos adultos no hay muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos”.
Una razón adicional para agradecer el trabajo inmediato de la comisión, a la que estarán integrados afortunadamente Gloria Navas y personal del Ministerio Público, es la lamentación de Chaves porque los jueces no pueden acceder a los historiales delictivos, por razones legales y porque las fichas de delincuencia se borran después de un tiempo.
Puede que algunos jueces y una parte de la ciudadanía estén de acuerdo con él, pero Costa Rica ya navegó por esas aguas y el resultado fue el hacinamiento carcelario y, de ningún modo, la disminución de la criminalidad.
Con la entrada en vigor, el 13 de julio del 2016, de la reforma del artículo 11 de la Ley del Registro y Archivos Judiciales, el sistema migró hacia la penalización únicamente por las actuaciones presentes, no por las de ayer o las de mañana que nadie tiene facultades para predecir.
La improcedencia de la vuelta al pasado del presidente ya fue señalada a mediados de noviembre, cuando el proyecto 23692, para contener la delincuencia, fue rechazado, por cuanto “no se puede anticipar que una persona representa un peligro social, sin que esto constituya la imposición de una sanción anticipada”.
El proyecto 23692 introducía una circunstancia perversa para que el juez dictara prisión preventiva: que el sospechoso “representara un peligro para la sociedad”.
La Fiscalía concluyó que “no es posible únicamente que por la peligrosidad de una persona se elimine la posibilidad de aplicar medidas cautelares sustitutivas y tener como única alternativa la prisión preventiva”.
Transcurrido más de siglo y medio de las teorías de Lombroso y habiendo sido superadas, el mundo comprendió lo que juristas, sociólogos y expertos en criminología sostienen: debemos reconocer las causas sociales de la delincuencia para combatirlas.
“Sin embargo, en lugar de ello —explicó el abogado argentino Carlos Alberto Elbert en el 2011—, se nos quiere hacer creer que en este mundo hay dos tipos de seres humanos: los buenos y los malos. Que todo anda mal por culpa de los malos, y que únicamente delinquen los malos. Si los matamos, los encerramos o los ‘garrotiamos’, el mundo volverá a la normalidad, y todos los ticos serán felices y vivirán en paz”.
Nada más alejado de la realidad. Gloria Navas lo manifestó sucintamente el jueves, “son muchas personas las que han muerto por el sicariato, con participación de jóvenes que podrían estar estudiando y trabajando”.
Trabajo y estudio son, fundamentalmente, dos de los campos descuidados en los últimos años y dos de las respuestas apropiadas “para traer paz y tranquilidad a los hogares del país”, un anhelo compartido sin duda por el mandatario Chaves.
Pero Chaves también hizo un llamamiento “a cambiar el chip” penal, aunque, según parece, primero debe dejar la época de los electroimanes.
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La autora es editora de Opinión de La Nación.