Durante décadas, el mundo avanzó con paso firme hacia mejores niveles de salud, educación e ingreso. El Índice de Desarrollo Humano (IDH), que combina estas tres dimensiones, creció sostenidamente desde 1990. Pero eso cambió.
Según el último Informe de Desarrollo Humano 2025 del PNUD, el progreso global en desarrollo humano se ha ralentizado severamente: entre 2015 y 2023, el crecimiento promedio fue 4,5 veces más lento que el observado entre 2000 y 2010.
Y lo más preocupante: las brechas entre países han vuelto a crecer. Hoy, una persona promedio en un país de desarrollo muy alto tiene un IDH de 0,899, mientras que en los países con desarrollo bajo apenas alcanza 0,536. Es decir, casi el doble. La convergencia que parecía inevitable ya no lo es. El mundo avanza más despacio… y más separado.
¿Y Costa Rica? En 2023, el país alcanzó un IDH de 0,833 y se ubicó en la posición 62 de 193 países, con una leve mejora respecto al año anterior. Desde 1990, el avance ha sido notable (de 0,677 a 0,833), pero en los últimos años se ha frenado. Entre 2010 y 2023, el crecimiento promedio fue de apenas 0,55% anual.
De hecho, desde su pico en 2020 (0,819), el país solo ha subido 14 milésimas en tres años. Estamos avanzando, pero cada vez más lento.
Además, persisten las desigualdades internas: el IDH ajustado por desigualdad nos rebaja casi 10 puntos, lo que evidencia profundas brechas territoriales, sociales y de género.
El desarrollo humano en Costa Rica no solo necesita crecer: necesita repartirse mejor. El informe del PNUD también advierte de que esta ralentización no es solo consecuencia de la pandemia, sino de un entorno global marcado por la polarización política, la desconfianza institucional y la falta de cooperación internacional. Costa Rica no es ajena a esos vientos. En un país que históricamente ha apostado por el capital humano como su principal ventaja competitiva, esta desaceleración debería encender las alarmas.
El estancamiento del desarrollo humano no es solo un dato estadístico: es un llamado a repensar las políticas educativas, de salud y de protección social, que han sido pilares de nuestro modelo. El desarrollo humano nunca fue una carrera de velocidad. Pero hoy, más que nunca, importa que todos puedan avanzar.
Andrés Fernández Arauz es economista.