Es urgente que los nuevos diputados tomen conciencia de que los dos meses entre la primera y la segunda ronda deben reducirse. Francia es el mejor ejemplo de que sí se puede
Las elecciones presidenciales en Francia deben convertirse en el mejor ejemplo para una pronta reforma del artículo 138 de la Constitución Política de Costa Rica y el Código Electoral, pues entre la primera y la segunda vuelta de los franceses hay tan solo dos semanas. Eso ahorraría a los costarricenses los dos desgastantes meses a los que nos debemos resignar.
Las ocho semanas de incertidumbre sobre quién será el próximo mandatario generan más pérdidas que ganancias. Por un lado, la economía sufre un entumecimiento por la inquietud sobre la persona que tomará las riendas del país. Por otro, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) se ve obligado a financiar, con dinero de los contribuyentes, mayores gastos de campaña de los dos partidos que van al balotaje.
Pero en esos 60 días también se aviva la confrontación entre candidatos y entre seguidores, lo cual produce una prolongada toxicidad electoral. Tanta ponzoña, incluso, nutre el desinterés o la desilusión por acudir a las urnas, y hasta el cansancio por la política.
Además, desencadena lo que hemos vivido en las cuatro elecciones con segunda vuelta (2002, 2014, 2018 y 2022), que es una transición a la carrera entre el gobierno saliente y el entrante, pues al que debuta el 8 de mayo si acaso le queda un mes para la obligatoria conciliación con la oposición, para “re-unir” al país, elegir el gabinete y nombrar a los casi 1.000 funcionarios de mando institucional. ¡Es de locos!
Si los costarricenses fuéramos a segunda ronda dos semanas después de la primera (como los 48 millones de electores convocados en Francia para este domingo 24 de abril), el nuevo presidente de la República tendría dos meses y medio para planear y organizar la toma del poder.
Sería una transición reposada, durante la cual el saliente y el entrante, junto con sus gabinetes, podrían intercambiar la información detallada sobre cada ministerio o institución autónoma.
El TSE debe promover la reforma por el beneficio que esta brinda al país. Ya hubo intentos en el 2014 y el 2018; sin embargo, los diputados la sepultaron. Es deseable que los congresistas que asumirán el cargo el 1.° de mayo comprendan que el cambio no solo es necesario, sino también urgente.
Ingresó a La Nación en 1986. En 1990 pasó a coordinar la sección Nacionales y en 1995 asumió una jefatura de información; desde 2010 es jefe de Redacción. Estudió en la UCR; en la U Latina obtuvo el bachillerato y en la Universidad de Barcelona, España, una maestría en Periodismo.
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