
Esta semana, el Congreso de Estados Unidos vive una jornada histórica para el ecosistema cripto. En pocos días, se pretende aprobar o al menos avanzar proyectos legislativos que parecen abrir las puertas a un marco normativo más claro y favorable para las criptomonedas.
No es exagerado decir que el ambiente en Washington ha cambiado de tono. De la desconfianza casi generalizada –alimentada por el colapso de FTX en 2022 y el escepticismo frente al uso de criptoactivos en actividades ilegales–, se ha pasado a una mirada más estratégica, pragmática y, sobre todo, consciente del riesgo de quedarse rezagados frente a otras economías.
La llamada “Crypto Week” en el Capitolio no es un accidente. Se trata de un esfuerzo coordinado por parte de legisladores de ambos partidos para impulsar marcos legales que den seguridad jurídica a los desarrollos tecnológicos vinculados al mundo blockchain, al tiempo que permitan al Gobierno estadounidense mantener una posición de liderazgo.
Durante esta semana, el Congreso concentra el análisis y las votaciones en tres proyectos de ley principales:
• “CLARITY Act”: busca establecer una estructura clara para el mercado de activos digitales.
• “GENIUS Act”: un marco regulatorio para las llamadas stablecoins (monedas estables), aquellas criptomonedas vinculadas a monedas fiduciarias como el dólar, que ya fue aprobado por el Senado pero requiere votación final en la Cámara. Esta legislación busca evitar fraudes y colapsos, como el de Terra-Luna en 2022, sin asfixiar la innovación.
• “Anti-CBDC Surveillance State Act”: propone prohibir la creación de un dólar digital por parte del banco central y proteger la privacidad financiera de los usuarios de criptomonedas.
En resumen, la “Semana Cripto” es una ofensiva legislativa en la Cámara de Representantes que busca concretar un marco normativo fundamental para el futuro de los activos digitales en Estados Unidos, con impacto no solo nacional sino también global.
Este evento legislativo es significativo porque es poco común que el Congreso dedique una semana completa a un solo tema, lo que indica el reconocimiento serio del sector cripto en la agenda política estadounidense y un avance acelerado hacia un marco regulatorio claro. Además, refleja un esfuerzo para posicionar a Estados Unidos como líder en la economía digital, siguiendo parte de la agenda impulsada durante la administración Trump.
¿Por qué es importante esto para Costa Rica y el resto del mundo? Porque en el ámbito financiero y tecnológico, lo que se decide en Estados Unidos muchas veces marca el paso global. Si ese país adopta un marco legal cripto-amigable, veremos una mayor atracción de talento, inversión y desarrollo hacia su territorio, lo que desplazaría aún más a los que sigan estancados en la inercia, la indecisión o el miedo.
En América Latina, donde muchos sistemas financieros tradicionales son costosos, lentos o excluyentes, bitcóin y otras soluciones descentralizadas pueden ofrecer una salida. Pero eso solo ocurrirá si se crean entornos legales que permitan su uso legítimo, transparente y seguro.
Sus detractores dirán que las criptomonedas siguen siendo terreno fértil para el crimen. Y ello no es enteramente incorrecto: como toda herramienta tecnológica, su uso depende de los usuarios. Pero también es cierto que la trazabilidad de las operaciones en blockchain ha ayudado a las autoridades a detectar actividades ilícitas que antes pasaban inadvertidas en el sistema bancario tradicional.
Otros críticos aseguran que este impulso legislativo responde a intereses de grandes donantes y cabilderos tecnológicos. Sin duda hay intereses en juego –como en toda política pública–, pero eso no deslegitima la necesidad de dar certeza jurídica a un sector que mueve cientos de miles de millones de dólares y que llegó para quedarse.
El cambio de clima en el Congreso también se debe a una realidad política: los votantes jóvenes, tecnológicamente alfabetizados y desencantados de los sistemas tradicionales, están creciendo en número e influencia. Ignorarlos podría salirle caro a cualquier candidato.
Para quienes creemos que bitcóin representa una forma más libre, descentralizada y segura de organizar el valor económico, estos vientos de cambio desde Washington son alentadores.
Falta camino por recorrer y nada garantiza que el proceso no se vea frenado por intereses regulatorios excesivos. Pero la señal es clara: los Estados Unidos se están tomando en serio su papel en la próxima revolución tecnológica. Si América Latina –y Costa Rica en particular– no quiere quedarse viendo desde la barrera, más vale que empecemos a debatir, sin prejuicios ni pánicos, qué papel queremos jugar en esta nueva realidad.
La innovación no pide permiso. Pero sí necesita reglas claras para florecer.
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Christian Hess Araya es abogado e informático.