De acuerdo con Sófocles “quien no haya sufrido como yo, que no me dé consejos”. Como he vivido de cerca el comportamiento de buena parte de los diputados, concluyo que Sófocles comprendería si doy algunos a la generación 18-22. Además, se trata de sugerencias cuya puesta en práctica no presenta problema alguno. Eso puedo asegurarlo. Aunque Quevedo decía que “El consejo … es de las medicinas que menos gustan”, aun así procederé.
Estudien e investiguen sin cesar. Nada sustituye la lectura, el análisis informado y los argumentos sólidamente sustentados. Complementen el trabajo de sus asesores con aportes externos. Lean y pregunten si no entienden. No inspiren sus argumentos en la politiquería, la mezquindad, el chantaje, la mediocridad o los prejuicios. En el marco de la escala cognoscitiva dibujada por Platón en La república, no se queden en el mundo de las imágenes o de los esquemas preconcebidos; esfuércense para situarse en la arena de la lógica y los conocimientos.
Trabajen intensamente. Solo un genio puede cumplirle al país llegando a la Asamblea a media mañana o ausentándose constantemente de las comisiones y el plenario. Si llegan a su oficina antes de las 7 a. m. tendrán varias horas de soledad y tranquilidad para prepararse y ser buenos legisladores.
Cumplan con su deber constitucional de luchar contra la corrupción, sin cálculos, sin amiguismos y sin color político. El diputado que no desempeñe esa tarea, incumple sus funciones y está desfalcando parte de su salario. Tenemos privilegios como el de la inmunidad, precisamente para que hagamos la tarea que expondría al resto de los costarricenses a denuncias penales. Esa tarea debe ejercerse con justicia, pero con agallas. Pongan siempre los intereses del país muy por encima de sus agendas personales. Si hay conflicto entre sus intereses y los del país, el buen diputado siempre se situará al lado del país. No teman fabricarse enemigos ni a las amenazas, teman al avance de la corrupción en el país.
Sean contundentes ante las personas que les solicitan interferir para facilitar sus asuntos personales. Al empresario que quiere ayuda con citas, trámites o créditos, destiérrenlo de la oficina o cuélguenle el teléfono. No acepten regalos (vuelos en helicóptero, dinero, hospitalidades, botellas de licor, etc.) ni invitaciones (ej. a almorzar) de ningún empresario y menos del que necesita abrir puertas en las instituciones públicas. No teman decir que no al corruptor; teman a vivir el resto de su existencia sin poder mirar de frente ni siquiera a su familia.
A la persona que solicita una ayuda social, ofrézcanle el teléfono y dirección de la Defensoría de los Habitantes. Esa institución existe para garantizar que a las personas se les respetan sus derechos. Los diputados no tienen potestades para interferir, ni la capacidad ni los recursos para evaluar si alguien califica para un beneficio.
Rendición de cuentas. Publiquen su agenda de reuniones y los temas tratados por medio del portal legislativo. Solo protejan el nombre de los funcionarios que les busquen para hacer denuncias contra sus superiores. Aparte de esta excepción, permitan que el público y la prensa conozcan con quién se reúnen y para qué. La tecnología ha eliminado toda excusa para el secretismo. Recuerden que no hay mejor antídoto contra la corrupción que la transparencia y que el que nada debe nada teme.
No admitan el cabildeo de nadie a la hora de escoger por quién votar en lo que respecta a nombramientos. Por ejemplo, en el caso de magistrados, no acepten reuniones con los cabilderos que pululan cada vez que se avecina una elección. Estudien atestados, consulten y sean proactivos en sus investigaciones sobre las calidades de cada aspirante, pero cierren las puertas de su despacho a estos, a otros magistrados, expresidentes de la República, líderes políticos o gremios judiciales.
Presenten todo proyecto y moción que consideren beneficiosos para el país, de acuerdo con sus estudios, información y compromisos de campaña. Traten de que el nombre de sus propuestas refleje con precisión sus consecuencias. Nunca tengan como guía la popularidad, la opinión de la prensa o la de otros diputados. Luchen por lo que consideran bueno para Costa Rica aunque la soledad sea su única compañía.
No apoyen propuestas guiados por su nivel de amistad con el proponente y nunca se opongan de acuerdo a su nivel de enemistad. No voten positivamente proyectos o mociones con las cuales no están de acuerdo (o que ni conocen), a cambio de que voten positivamente sus proyectos o mociones. Si sentimientos o condicionamientos cruzados guían decisiones, puede terminar dañando al país.
Respeten las mayorías. No utilicen el Reglamento para impedir que se vote aquello a lo que se oponen. No rompan el cuórum, no estén constantemente saliendo del plenario, no hagan nada que afecte la fluidez del proceso legislativo. En Costa Rica todos tenemos la obligación de permitir que las mayorías se expresen, pero sobre todo los que hemos sido elegidos. El diputado que utiliza tretas para impedir que se vote una moción o un proyecto tiene vocación de dictador, pues cree que su punto de vista debe imponerse. Por lo demás, ese tipo de diputados reducen el beneficio para el país de los proyectos que retrasan y elevan astronómicamente los gastos operativos de la Asamblea.
Reformen el Reglamento legislativo para que: los procedimientos de un 208 bis sean la norma, se impida a los diputados desviarse del tema de agenda y se elimine el requisito del cuórum para sesionar. Sobre el segundo punto, deben saber que debido a la irresponsabilidad de un grupo de diputados, la Asamblea dedica el 99 % del tiempo a control político (mucho de lo cual es pura politiquería) y únicamente un 1 % a argumentar sobre el proyecto de ley en agenda. Hagan del control político una práctica diaria desde su despacho (cartas, llamadas, análisis de documentos, etc.), pero en plenario respeten los tiempos establecidos en el Reglamento.
Limiten sus intervenciones a lo estrictamente necesario. Sean precisos en el uso de la palabra. No conviertan la oratoria en el fin de sus participaciones. Si desean escucharse a sí mismos háganlo en el baño de su casa o en una finca, pero no secuestren el tiempo legislativo en ese patológico impulso. El verbo es una herramienta para argumentar, no un fin en sí mismo. Les aseguro que si su objetivo es ser recordados, nada lograrán hablando siempre y sobre todo tema, excepto retrasar, aburrir, ganarse el irrespeto generalizado e incrementar los gastos de la Asamblea. No teman a su silencio, teman a la tentación de creer que la calidad de un diputado depende de las horas micrófono acumuladas.
Responsabilidad. No se ausenten de comisiones o plenario por asuntos personales, político-partidistas o simplemente por pereza. Pero si lo hacen, pierdan la dieta y no utilicen el truco deshonesto de obtener un permiso para salvarla. Esa práctica no es más que un timo y un mal ejemplo para el resto de los funcionarios. Por otra parte, mantengan lo logrado en los últimos cuatro años: un máximo de 15 días hábiles de receso por año.
Absténganse de viajar y menos con fondos públicos. Háganle la guerra al turismo parlamentario. Las relaciones exteriores de Costa Rica son responsabilidad del Poder Ejecutivo. Recuerden que cuando un diputado sale del país mantiene su remuneración completa, así que los viajes deben limitarse a lo trascendente. No se involucren en las organizaciones interparlamentarias. Son tan irrelevantes que ninguna de sus resoluciones son vinculantes para el país. De hecho, ni siquiera se informa de ellas. Organizaciones como el Parlatino, no son más que ostentosos clubes sociales transnacionales financiados con recursos públicos. Generación 18-22, ¡que sus horas-ojos estudiando derroten contundentemente sus millas-avión paseando!
Cierren el cafetín que regala alimentos a los diputados. Si no es así y deciden disfrutar de este, paguen por su costo. No existe una sola razón para que los diputados coman a cuenta del Estado. Se trata quizá de la única soda gratuita del país. Asumiendo que el único ingreso de un diputado proviene de su remuneración, el 91 % de las familias del país son más pobres que la suya. Evidentemente, ustedes no califican para ayudas del IMAS. Esa transferencia es totalmente regresiva. Servirse con cuchara grande –literalmente!– no es compatible con ningún objetivo del desarrollo, ni con ninguna ideología, es simplemente vergonzoso. Lo que no se puede defender con la frente en alto no se debe hacer.
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No nombren ni promuevan parientes a ningún cargo, no cambien votos por cargos en el gobierno o por plazas en la Asamblea, no utilicen su poder en el Directorio para dar empleo a partidarios o amigos, no acepten el teléfono celular de la Asamblea, limiten los gastos de oficina (electricidad, teléfono, papelería, etc.), no utilicen vehículos de la Asamblea Legislativa, paguen impuestos y cargas sociales por la remuneración disfrazada de combustible, no contraten más de tres personas para su despacho, no utilicen sus gestiones ante las instituciones para hacer proselitismo político o para que coloquen placas con sus nombres en las obras, etc.
Generación 18-22, honren la Asamblea Legislativa con cada uno de sus actos. El camino fácil casi nunca es el que lleva a construir un mejor país. Busquen la colina más alta; es difícil ascender a ella, pero les aseguro que en su cima les espera un encuentro con su conciencia originaria y, por lo tanto, con la felicidad duradera.
Generación 18-22: sus principios y valores y, sobre todo, su carácter, están a prueba. ¡A cumplirle a Costa Rica!
El autor es exdiputado del PAC.