El mundo debe asumir un verdadero compromiso con el desarrollo verde sostenible y eficiente. No hay tiempo para seguir contaminando el medioambiente y acelerando los efectos del cambio climático.
La factura que el planeta paga debido a la falta de planificación y compromiso social y ambiental es muy cara e insostenible.
En Costa Rica, tenemos que ponernos la meta de reducir nuestra huella de carbono, aunque sea mucho menor en comparación con los grandes contaminadores, y aumentar nuestra productividad.
Lo triste es que, a pesar de los discursos políticos floridos y las buenas intenciones de quienes nos han gobernado, cada vez emitimos más gases de efecto invernadero y perdemos productividad.
Nos enorgullecemos de tener un 26 % de nuestro territorio dedicado a áreas protegidas, principalmente humedales y parques nacionales, pero este pulmón natural no es suficiente para amortiguar nuestra creciente huella ambiental.
Bien haríamos si el gobierno consigue créditos blandos o donaciones por sus áreas de protección para financiar iniciativas público-privadas que hagan posible la mejora de la movilidad y reducir la contaminación producida por nuestra flotilla de vehículos que significa el 35 % de las emisiones totales del país y el 66 % del sector energético.
Tenemos que mejorar la movilidad pública para dejar de usar el vehículo particular. Hay que tener buenas carreteras y calles de calidad con el objetivo de reducir las interminables presas, cuyo costo para la salud y la sostenibilidad ambiental es elevado.
Ciudades ecoamigables
Debemos controlar el desarrollo urbano, ya que viene creciendo sin planificación alguna. Los municipios no deberían seguir improvisando ni otorgando más permisos sin tomar en cuenta las graves limitaciones de la infraestructura.
La falta de planificación urbana nos esta saliendo onerosa, las calles son angostas y las carreteras son diseñadas sin prever el crecimiento y su mantenimiento.
Vivimos una situación caótica e insostenible que está afectando la inversión, la competitividad y la calidad de vida de los costarricenses. No puede ser que una enorme mayoría de los ciudadanos gaste más de dos horas en trasladarse y regresar de sus trabajos y escuelas, o al solicitar un servicio público. Tiempo y costo merman los presupuestos familiares e inciden en la salud.
La ineficiencia del sector del transporte se agrava, y el Gobierno Central y los municipios no parecen tener soluciones viales a corto y mediano plazo. Seguimos apegados a la improvisación y la falta de planificación.
Prácticamente estamos secuestrados, y no se vislumbran propuestas racionales para cambiar nuestra triste realidad. Todo parece indicar que nos hemos acostumbrado a pasar horas a bordo de los vehículos, con la única preocupación de que Waze no nos indique que hay un choque o que el tránsito está paralizado a causa de los miles de tapones diarios.
La gran mayoría de los trazados viales continúan construyéndose sin prever el crecimiento del parque vehicular a corto plazo. Se construye una carretera y a los pocos meses de inaugurada ya está colapsada.
Es impresionante lo que estamos viviendo y no hay muestras a la vista de una solución o un compromiso nacional para salir adelante.
El subsidio para la compra de autos eléctricos es una buena salida para reducir prontamente la huella de carbono, pero primero debemos concentrarnos en resolver los problemas estructurales viales, al igual que aprobar el financiamiento a largo plazo, impuestos y líneas de crédito para los empresarios autobuseros para que operen con automotores eléctricos, bajo ciertas normas de productividad, calidad y control.
Necesitamos un tren eléctrico
No puede ser que cada cuatro años estemos cambiando nuestra visión sobre el serio problema de movilización ni que se gasten millones de dólares en más estudios técnicos para identificar una solución integral y sostenible del tren eléctrico.
¿Cuánto nos está costando la falta de acciones a corto y mediano plazo y la ausencia de visión y acuerdos? Hagamos alianzas público-privadas, pero salgamos de esta trampa.
Ya no basta con ampliar carreteras, tenemos que controlar y planificar el crecimiento de las ciudades y el transporte público para no seguir en este desorden. La planificación urbana es clave para integrar la vivienda, los servicios, el ocio, la educación y el trabajo, y así acortar los desplazamientos. Hay que propiciar comunidades mixtas de residencias, comercios, oficinas y otros servicios.
El cambio climático no se combate solo con disminuir el uso de combustibles fósiles, cada uno tiene una enorme tarea para reducir la compra de productos envasados en plástico, en comprar productos que hayan sido fabricados sin dañar el medioambiente e informarse sobre la mejor manera de contribuir a salvar el planeta.
El autor es ingeniero.