Buscando ilustrar la relación entre el tiempo y el derecho, cosa fácil porque ella se produce de innumerables maneras, consideré el caso del retardo inmoderado para sancionar y publicar un proyecto de ley que no fue vetado en el plazo constitucional establecido para hacerlo. A lo largo de los años se ha visto que este retardo ocurre, y el agravio no es de poca monta.
En “Café y cigarrillos”, el escritor Ferdinand von Schirach menciona un ejemplo real. Un delincuente fue condenado a morir en la guillotina y su abogado intentó salvarlo haciendo todo lo que estaba en sus manos, formulando peticiones que los jueces no escucharon: ellos sabían que no podrían aplicar la pena de muerte por mucho más tiempo, porque en cualquier momento entraría en vigor una ley que imponía su abolición.
En un supuesto como este, la publicación inmediata de la ley puede impedir la consumación del hecho irreversible de la muerte del reo. Por el contrario, retardar ese trámite de por sí inexorable equivale a apresurarle el cadalso. Una manipulación del tiempo como esta, ¿es lícita y compatible con las exigencias del derecho?
Mi interés en las proposiciones de von Schirach se explica por el carácter azaroso y casual de sus historias, compatible con el tono descabellado que hoy parecen tener los acontecimientos. Así, por ejemplo, viene muy a cuento su idea de que las elecciones son una disputa que se libra por el camino correcto. Qué más quisiera yo que así fuera, y que de lo que se trate en esa clase de procesos sea de ventilar todas las ideas, todas las intenciones, con una dosis razonable de objetividad, veracidad y buena fe.
Pero tejiendo una trama entre asuntos tan diferentes en apariencia, como estos que he citado, von Schirach conduce la reflexión a temas cruciales desde la perspectiva del debilitado sistema democrático. Pensando en las facilidades inéditas que hay en nuestro caso para modificar drásticamente la Constitución, me pregunto, leyéndolo, qué camino seguir para avanzar y perfeccionar, no para someter y destruir. ¿Cómo afrontar el delicado tema de la representación, qué estructura y qué función darle? O, como él dice, ¿en qué casos considerar una decisión basada en los hechos antes que una basada en la mayoría, o cuándo sería indispensable atenerse a los hechos y no a las opiniones?
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la Presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal