La interminable ruta 32 debería ser un caso de estudio. Sus enseñanzas superan en mucho otros casos notables, como Sifón-La Abundancia. Ofrece aprendizajes sobre contratación y financiamiento internacionales, planificación y falta de ella, política legislativa y simple politiquería, sin dejar de lado un muestrario de recursos para “salir del paso”.
La administración Solís comenzó con dudas sobre la negociación del gobierno anterior. Luego, cayó en contradicciones cuando el presidente pidió al Congreso la aprobación del préstamo chino para financiar la ruta pero el ministro de Obras Públicas dijo tener un documento de 50 páginas con dudas y rehusó dar el visto bueno mientras no fueran aclaradas.
El escepticismo cedió poco después y el ministro pidió al Congreso aprobar el crédito, en última instancia, a partir de un acto de fe. El sentido del honor de los chinos les impediría incumplir sus compromisos, afirmó. En cualquier caso, el accidentado desarrollo del proyecto es una cadena de disputas y desencuentros.
El 20 de noviembre del 2017, el gobierno dio formal orden de comenzar los trabajos, pero cuatro días antes La Nación tituló, con bien fundamentado escepticismo: “Gobierno da a constructora china ilusa orden de inicio de vía a Limón”. No solo había pasado mucho tiempo desde los acuerdos iniciales de financiamiento y construcción, al punto de poner en peligro el crédito acordado, sino que faltaban diseños, permisos, expropiaciones y acuerdos con las instituciones involucradas en despejar el camino mediante el traslado de infraestructura necesaria para brindar sus servicios.
El proyecto debió estar listo en octubre del 2020. El 23 de febrero vence la tercera prórroga y nada permite descartar la cuarta. Para evitarla, sería necesario completar, en cuatro meses, 61 de 107 km en el margen izquierdo de la vía y unos 30 km en el derecho, además de terminar 14 puentes mayores y rehabilitar 4 de los existentes. Los 11 pasos elevados todavía en construcción tienen un avance del 17% y ninguno de los 24 puentes peatonales está terminado. La lápida sobre las aspiraciones de contar con la vía en febrero son las expropiaciones. Hay 171 completas y otras 168 no plantean problemas porque sus propietarios permitieron el avance de las obras, pero faltan 298.
El examen final del curso consistiría en explicar cómo se produjeron tan tristes resultados en una vía tan crucial. El uso de las palabras improvisación, precipitación y politiquería darían al alumno puntaje adicional.
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Armando González es editor general del Grupo Nación y director de La Nación.
La interminable ruta 32 debería ser un caso de estudio. Sus enseñanzas superan en mucho otros casos notables, como Sifón-La Abundancia. (Alonso Tenorio)