Tenemos un grave caos de movilidad en la Gran Área Metropolitana (GAM) y en el resto del país. Ya no sabemos los tiempos que nos va a tomar cualquier ruta. Estamos prácticamente secuestrados por presas interminables a cualquier hora y día, que generan continuas agresiones y angustias, que están afectando la salud de todos los conductores y generando continuos accidentes.
Se calcula que el congestionamiento vial cuesta un 3,8% del producto interno bruto (PIB). Estamos perdiendo la batalla y no parece que haya alguna solución integral a corto plazo. El crecimiento del parque vehicular sigue aumentando aceleradamente con la incorporación de vehículos más económicos y mayores facilidades crediticias.
La infraestructura sigue rezagada en tiempo e inversión, debido a la falta de planificación, buenos diseños y los cientos de obstáculos burocráticos. En el 2022 el FMI, nos calificó en los últimos puestos de movilidad vehicular entre 162 naciones evaluadas.
En promedio, un viaje fuera de la GAM se realiza a 50 Km/hora y dentro de la GAM, con suerte, se logra 30Km/hora, dependiendo del horario y que no haya un choque o estén dando mantenimiento a una calle.
Ausencia de transporte público
Toda esta grave situación seguirá agravándose ante la falta de un transporte público eficiente y confiable. El crecimiento del parque vehicular está triplicando el crecimiento de la población. Lo preocupante es que seguimos con la cultura del vehículo particular para movilizarnos y esa tendencia, en lugar de llamarnos a reflexionar y buscar soluciones integrales, seguimos estáticos, perdiendo la competitividad.
La mayoría de los costarricenses nos quejamos cada vez más del desorden en el crecimiento urbano, pero los municipios, el Congreso y el Gobierno no parecen buscar soluciones eficientes y sostenibles.
El actual congestionamiento vehicular no se va a resolver con más carreteras, necesitamos un sistema de transporte masivo moderno y un nuevo ordenamiento territorial. Los altos costos asociados al tiempo perdido en las largas presas, los crecientes accidentes y los altos costos del transporte nos afecta a todos los costarricenses y, en especial, a los más vulnerables.
Propuestas
Para mejorar el transporte público tenemos que reformar la estructura del Consejo de Transporte Público (CTP), para que sea un organismo técnico y no político, que ordene y planifique un sector clave para lograr una solución integral y eficiente.
No podemos seguir en continuos cambios, con falta de supervisión en rutas, horarios y calidad del servicio. Tampoco es lógica la falta de políticas de largo plazo y los procesos burocráticos interminables. Hay que renovar flotas, ajustar tarifas, desarrollar un sistema multimodal que combine buses, trenes, taxis, centrales de abasto y ciclovías.
Necesitamos fusiones de micro-empresas, un sistema de pago unificado, gobernanza, planificación, capacidad para desarrollar proyectos importantes, combatir la informalidad, fomentar el transporte limpio, modernizar las paradas y terminales de buses y trenes, y establecer sistemas más eficientes.
Responsabilidad
Hoy requerimos más que nunca un sistema de transporte ordenado, con gran cohesión entre áreas urbanas, suburbanas y rurales. La actual congestión del tránsito es multifuncional y requiere un esfuerzo nacional interinstitucional. Es impresionante como terminamos una circunvalación después de 40 años y ya está colapsada por los largos plazos transcurridos entre la planificación y la finalización.
Definitivamente, la mancha urbana no puede seguir creciendo, tenemos que compactar y organizar el ordenamiento urbano. Hay que desarrollar ciudades más humanas, donde la gente se movilice, en gran parte, caminando o utilizando un transporte público de calidad. Hay que estimular más el trabajo remoto, escalar los horarios, fomentar la movilidad compartida, crear más incentivos a los empresarios de transportes por la calidad y limitar con impuestos los parqueos en los centros urbanos.
Transporte masivo
La capacidad promedio de un bus estándar está entre 40 y 80 personas, dependiendo del diseño y si viajan sentados o de pie. En Costa Rica, el promedio es de 1,2 a 1,5 personas por automóvil, lo que significa que cada bus retira entre 40 y 50 vehículos particulares. Un bus articulado tiene capacidad para 120-160 personas, lo que nos permite retirar entre 90 y 120 vehículos particulares. Estos valores resaltan la importancia de fomentar, con subsidios puntuales, el uso de un transporte público de calidad y ordenado. No podemos seguir con la estrategia actual, de más carros, más contaminación, más emisiones y ciudades mal planificadas.
Alianzas público privadas (APP)
Tenemos que fomentar la sectorización del transporte público, integrando los buses que vienen de la periferia y que alimentan las grandes terminales ubicadas en puntos estratégicos, con estacionamientos, comercio y servicios. Terminales donde salen buses articulados por calles exclusivas, con semáforos inteligentes para lograr un servicio económico, rápido, cómodo y de calidad.
Así evitamos que los cientos de buses periféricos entren al centro de la ciudad, con graves problemas de contaminación y congestionamiento. El modelo de bus de tránsito rápido, conocido como BRT, por sus siglas en inglés, está trabajando exitosamente en Bogotá, Curitiba, Quito, Lima y Ciudad México desde hace décadas.
Tenemos que mejorar la capacidad de transporte público de pasajeros en forma masiva, con buses articulados de dos o tres unidades, que operarían a base de gas natural de bajo costo, optimizando el espacio, reduciendo las interminables presas y logrando una menor huella por pasajero.
Buses que operarían bajo la figura de una APP, en forma flexible, con carriles exclusivos, de norte a sur y de este a oeste. Buses articulados a base de gas natural o híbridos, operando dentro de una integración multimodal, con puertas anchas, acceso rápido y espacio para personas con discapacidad, bicicletas y carritos.
Jorge Woodbridge es ingeniero.