No nos podemos dar el lujo de perder otros cuatro años sin comenzar a atender con seriedad los graves problemas que amenazan nuestra estabilidad social y económica.
La presente administración nos heredará más embrollos de los que existían cuando asumió el poder, porque decidió dedicarse a confrontar en lugar de gobernar.
Las soluciones nunca llegaron. Los esfuerzos se enfocaron en el bullying sistemático contra diputados, magistrados, periodistas, la contralora y otros jerarcas.
Este desenfoque ha propiciado un evidente deterioro en campos sensibles como seguridad, educación, servicios de salud, turismo, transporte y medio ambiente.
Ya no podemos seguir desperdiciando tiempo valioso. Si este gobierno no quiso comerse la bronca, su sucesor deberá asumir la imperiosa tarea de enderezar el barco.
Por ello, la principal obligación que tienen los candidatos a la presidencia es propiciar una campaña de altura donde la presentación de ideas tenga un papel estelar.
Los partidos deben convocar a sus mejores hombres y mujeres y, si es del caso, pedir apoyo a gente externa para elaborar planes de acción claros, realistas y bien sustentados.
Los aspirantes deben aprovechar todos los canales disponibles para poner sus planteamientos al alcance del elector y explicarlos en forma comprensible.
Ellos estarán llamados, como nunca antes en la historia del país, a elaborar una estrategia que permita sacarnos del borde del abismo. Ojalá no nos fallen.
Lamentablemente, es alto el riesgo de que este proceso electoral se convierta en un difusor de información falsa, ataques enconados y mensajes de odio.
Si así ocurriera, la campaña podría devaluarse a un mero show pirotécnico. Por eso, los candidatos deben saber interpretar los signos de los tiempos y ponerse serios.
Necesitamos soluciones que detallen la metodología por seguir, los plazos de ejecución, los responsables, las metas concretas y los procesos de evaluación.
Toda esa información es esencial para que el votante pueda analizar la seriedad de las propuestas y decidir qué tanto se adaptan a sus expectativas y necesidades.
Sin duda, al próximo gobernante le espera una tarea muy exigente. De ahí la importancia de conocer qué proponen quienes aspiran a llegar a Zapote.
