El analfabetismo continúa siendo un problema de escala mundial que no ha logrado ser erradicado. A pesar de haber sido incorporado como una prioridad dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el porcentaje de personas en el mundo que no sabe leer ni escribir apenas se ha reducido del 15% al 13% en la última década, especialmente por sus altos niveles en África Subsahariana (32%) y el este de Asia (25%).
Aunque la situación en Latinoamérica no pareciera ser tan grave (5,5%), la región aún no es considerada libre de analfabetismo, ya que en países como El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, más de la décima parte de sus habitantes padecen esta carencia.
Para la Unesco, un país libre de analfabetismo es aquel cuyo porcentaje no supere el 5%, condición que, dentro de la región centroamericana, solo es observada en Costa Rica. Según los dos últimos censos de población, en el 2011 solo el 2,5% de los costarricenses no sabía leer ni escribir, y para el año 2022, el dato se ubicó en el 2%.
Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística y Censos también publicó los datos cantonales, que exhiben alta disparidad. Utilizando la definición de la Unesco, cinco cantones del país no se encuentran libres de analfabetismo: Los Chiles (8,1%), Talamanca (5,8%), La Cruz (5,1%), Río Cuarto y Upala (5%). Otros como Guatuso, Sarapiquí, Parrita y Garabito presentan porcentajes superiores a 4%.
Una particularidad de los nueve cantones mencionados es que todos ellos, sin excepción, forman parte del grupo de cantones clasificados con desempeño “deficiente” en el Índice de Competitividad Nacional del Consejo de Promoción de la Competitividad (CPC).
De hecho, existe una alta correlación inversa entre el analfabetismo y el puntaje de competitividad (-0,85), y los cantones con más baja proporción de analfabetas (menor al 1%) como Belén, Montes de Oca, Flores, Santo Domingo, Heredia o San Pablo, son también los cantones más competitivos del país, de acuerdo con el índice.
No en vano en su último informe, el CPC llamó la atención sobre el impacto de la desigualdad en el acceso a la educación sobre la competitividad, y mientras estas inequidades territoriales no sean adecuadamente abordadas, las brechas sociales y económicas continuarán ampliándose.
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Andrés Fernández Arauz es economista.