La llamada a ser la edad de oro de la información se ha convertido en una amenaza a los principios fundamentales del quehacer democrático, por el uso inadecuado y desestabilizador de algunos grupos y la falta de mecanismos para contenerlos.
Plataformas claves en una cobertura mediática alternativa, que daban voz a la ciudadanía e informaban sobre la caída del presidente hondureño Zelaya, de la revolución en Irán del 2009 y de la primavera árabe en el 2011, se ven nubladas frente a manipulaciones de los comicios en Estados Unidos, en el 2016, y la «toma» del Capitolio, el 6 de enero del 2021, para desconocer otros resultados electorales.
La desinformación, el uso de propaganda, noticias falsas y engañosas para confundir y manipular las creencias, emociones y opiniones del público, se convierten en peligrosas amenazas a la institucionalidad democrática.
Términos como «cámaras o burbujas» (echo chambers), granjas digitales contratables por sumas ridículas, manipulación de algoritmos, anonimato de las plataformas, dificultad de trazabilidad e impunidad, presentan una gran cantidad de retos otrora impensables.
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La tecnología con su capacidad de innovación, de bajo costo, cobertura y carácter transnacional, llámese Google, Facebook, Twitter, Instagram u otros, por su músculo económico, sin regulación y con alcance global de operación, exponen a la ciudadanía a información que no cuenta con los guardianes y controles históricos. Por ejemplo, control editorial, responsabilidad civil y penal de los medios.
Esta fue la realidad que aprendí en un programa de la Universidad de Harvard, denominado «Leading through the changing media landscape», que recién cursé, y que concluye que no existen respuestas fáciles ni inmediatas, pero que nos debemos preparar.
Entre las recomendaciones está el llamado personal al análisis que como usuarios tenemos en nuestra dieta mediática, hábitos y fuentes de noticias a las que recurrimos. Analizar su nivel de rigurosidad, de excelencia y buscar la riqueza de visiones alternativas.
Para las instituciones y gobiernos, el llamado es a la anticipación, mejora de canales y mecanismos claros y contundentes de información que contengan intentos de manipulación y, desde luego, la reformulación de la legislación correspondiente.
La autora es politóloga.