
En estos tiempos, en que la violencia se ensaña contra la vida de las mujeres, hacen falta pronunciamientos artísticos para defender su existencia con dignidad y sentido estético. Eso es lo que ocurre en la puesta en escena de Adictas a vos, escrita por el argentino Marcos Carnevale, y dirigida por la conocida actriz María Torres, en el escenario del Teatro Espressivo.
Ya habíamos apreciado la capacidad de Carnevale para tratar las necesidades afectivas de los seres humanos en la película Elsa y Fred (2005), en la que presenta la relación amorosa de dos adultos mayores, sus dudas, resistencias, presiones sociales, así como su capacidad de darse uno al otro sin hacer caso a su avanzada edad.
En la obra, que se encuentra en cartelera en nuestro país, observamos a cinco mujeres reunidas en una sala de aeropuerto, quienes debido a una repentina tormenta tienen que hacer una larga y forzosa espera de sus vuelos. Paulatinamente, comparten revelaciones íntimas y toman conciencia de que no existen para sí mismas, pues viven en función de un hombre.
Una piensa en el amante que nunca será su marido; otra, en el esposo; la tercera, en su hijo; otra establece una especie de relación edípica con el padre y la quinta vive enamorada, de manera inalcanzable y fanática, del cantante Chayanne. Cada una de ellas refleja condiciones socioeducativas muy distintas, y en su obsesión por vivir en función de otra persona, terminan dándose cuenta de su abrumadora soledad.
En el programa de mano se menciona que estamos ante un elenco de lujo. No es para menos, pues se tiene la oportunidad de ver el regreso a escena de la reconocida poeta, dramaturga y actriz Ana Istarú, quien hace alrededor de cinco años no observábamos en las tablas. Ella da profundidad al personaje de Elizabeth, esa mujer que encuentra un fuerte vínculo con la figura paterna.
Sofía Chaverri encarna a Deborah, una profesional exitosa que oculta la relación clandestina con un hombre casado. Ella mantiene respeto hacia un personaje que sabe que la mayor parte de la sociedad considera que su posición es reprochable y, sin embargo, defiende su postura.
Adriana Alvarado da vida a la mujer cuya razón de ser es el marido, y que se esfuerza por presentar ante los demás la convicción de un matrimonio perfecto. Por su parte, Rosibel Alvarado presenta a una madre desesperada por impedir el matrimonio de un hijo, que considera al mismo tiempo, su fundamental razón de ser.
Gisella Solís tiene la cualidad de crear un personaje hilarante, la irresoluta fanática del afamado cantante puertorriqueño. Sin embargo, no solo presenta una figura dotada de desparpajo y humor, pues tiene la versatilidad necesaria para volcarse ante el público con contenido dramatismo. Si se me permite una apreciación personal, su trabajo me dejó con un nudo en la garganta.
Bien expresaba Simone de Beauvoir: “Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que sea la libertad nuestra propia sustancia”, y eso es lo que nos deja esta puesta en escena: personajes que no se descubren como víctimas ni victimarias, mujeres que se dan la posibilidad de descubrirse a sí mismas y liberarse de ataduras impuestas durante siglos.
Este montaje, producido por Gallito Pinto y Teatro Espressivo, nos demuestra que se puede hacer arte independiente de alta calidad, con delicadeza, humor y gracia, y que nos lega una huella honda en el pensamiento.
Carlos Rubio Torres es profesor jubilado de la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad Nacional (UNA).
