Pocos temas en la agenda pública son tan apremiantes como hacer frente al apagón educativo señalado en el Octavo informe estado de la educación, y los próximos dos años serán determinantes para que los daños en los aprendizajes no sean permanentes.
La ruta de acción propuesta por el Ministerio de Educación, tendente a la nivelación de los estudiantes rezagados, resulta insuficiente, y la conectividad señalada como primordial por el informe, de no tomarse acciones inmediatas, quedará en el limbo de la incertidumbre.
La contratación de la Fundación Omar Dengo para la creación de una red de conectividad de banda ancha para la totalidad de los centros educativos fue cancelada por la Contraloría General de la República porque hubo una delegación de competencias esenciales, y el MEP se declara “incapaz de ejecutar la Red Educativa por sí solo”.
Desconozco el estado de la apelación planteada por el MEP y si los asideros legales son fuertes o no, pero lo procedente es ir mucho más allá de formalismos legales, que pueden y deben ser interrumpidos por el estado de emergencia en el que nos encontramos.
Hay dos realidades evidentes: el país requiere conectividad en los centros educativos y existe una institución con capacidad para concretarlo; así de fácil. El ministro o la ministra que encabece la cartera el próximo 8 de mayo no debe escatimar esfuerzos para resolver aceleradamente y rescatar esta contratación.
Con voluntad y creatividad todo es posible: desde hacerse cargo de la supervisión para no ceder sus competencias hasta crear un régimen de transición justificado por la crisis.
La conectividad de los hogares y el acceso a dispositivos para estudiantes y docentes, otra urgencia señalada, se resuelven levantando el alambicado proceso con el cual se inmolaron las instituciones para respetar el derecho a la privacidad de los datos, en detrimento de otro derecho, el de una educación de calidad. Y lo triste es que, en este caso, existen los recursos en Fonatel.
La educación y el sentido de urgencia que debemos imprimir para solventar el problema, sea mediante una declaración de emergencia o un acuerdo nacional, nos hermana en momentos en que solo unidos nos es posible enfrentar los graves desafíos de la coyuntura actual.
La autora es politóloga.