Después del fracaso de la eliminación al Mundial y para tratar de resucitar el fútbol, deberíamos abrir las canchas y hacer que el juego vuelva a ser gratuito, accesible y lleno de pasión real. Hoy pagamos entradas altas por espectáculos pobres, sin alma y sin la chispa que alguna vez hizo grande a este deporte. Hace falta recuperar la picardía y la malicia del fútbol de calle: esa intuición viva, ese atrevimiento que nace en los barrios y que ningún sistema puede fabricar.
También necesitamos sacar del fútbol a los mercenarios, extranjeros y nacionales, que solo llegan por dinero y no por amor ni convicción. El fútbol merece jugadores que sientan la camiseta, que la suden y la respeten. Hace falta gente inteligente y creativa en el medio campo, mentes pensantes capaces de imaginar fútbol, crear espacios, pensar rápido, reaccionar con dinamismo y darle ritmo al juego. El fútbol moderno exige velocidad mental y física, pero también necesita el toque artístico del fútbol de antes: la pausa justa, la gambeta precisa, el pase que nace de la inspiración y no del manual. Debemos dejar de improvisar y empezar a planificar con visión, buscando gente que realmente sepa del juego. Solo así el fútbol recuperará su esencia y volverá a emocionar a los costarricenses.
Randall García, Alajuela
Un mal de nuestro tiempo
Dos interesantes artículos ha publicado en La Nación la investigadora Betsy Martínez Montero. Uno, el 29 de agosto, titulado en la edición impresa “El ‘síndrome de la vida ocupada’ en la sociedad del cansancio”, y otro, este 16 de noviembre, del que me ocuparé posteriormente. El primero se inicia con la frase del filósofo Søren Kierkegaard: “La vida solo puede ser entendida hacia atrás, pero debe ser vivida hacia adelante”. Explica que el síndrome es “un estado crónico de actividad y prisa, donde la persona se siente constantemente abrumada, con poco tiempo para todo, y experimenta una desconexión creciente con el presente”. Concluye sugiriendo “construir una productividad que nos permita gozar de la vida hacia adelante, en lugar de estar entendiéndola hacia atrás”.
Efectivamente, se trata de un mal propio de nuestro tiempo que reclama mucha exigencia para producir y competir, y que está causando infinidad de daños sociales. Debemos hacer algo para detener esta epidemia. Empecemos por sacar tiempo para nosotros. Ya lo dijo Séneca hace más de 2.000 años: “La vida no es breve: nosotros hacemos que lo sea”. Es preciso hacer un alto en el camino para reflexionar y buscar un sentido en nuestras vidas y sus pequeñas cosas. Con todo, no creo que haya que huir del pasado, pues somos producto de la historia, sino tratar de entenderlo en su contexto, si queremos conocernos a nosotros mismos y el país donde habitamos.
Carlos Jiménez Volio, San Pedro de Montes de Oca
Respuesta del TSE
En atención a lo expresado por el señor Alexander Chaves Solórzano en su carta del pasado 31 de octubre, me permito informar que se estableció contacto telefónico con él para atender su consulta y resolver la gestión pendiente relacionada con su Identidad Digital Costarricense (IDC). Asimismo, se recibió su confirmación, vía correo electrónico, de que el servicio de la aplicación IDC funciona adecuadamente en su dispositivo móvil; de esta forma, quedó solventada la situación reportada.
El Tribunal Supremo de Elecciones recuerda que las consultas sobre el servicio IDC se pueden evacuar a través del número 2287-5885, de lunes a viernes, de 7:00 a. m. a 3:00 p. m., o mediante el correo electrónico comercializacion@tse.go.cr.
Andrea Fauaz Hirsch, jefa del Departamento de Comunicaciones y Relaciones Públicas del TSE
Sin medicina
Desde hace aproximadamente dos meses, en la farmacia de la CCSS no hay Rosuvastatina de 10 mg en tableta; es un tratamiento especial. Qué mal que anda la CCSS en la parte de farmacia.
Hernán Aguilar Segura, Montes de Oca
El agua en Limón
Presento con gran inquietud esta queja debido al deterioro del recurso hídrico en el cantón central de Limón, por la contaminación química. Esta surge por el uso inadecuado de agroquímicos y desechos industriales, y todo esto afecta la vida marina, los ecosistemas costeros y la calidad de vida de las personas locales. Es urgente promover prácticas agrícolas sostenibles y un control ambiental más estricto para proteger el agua y la salud.
El AyA debe garantizar la calidad del agua; su falta de acción, coordinación y compromiso ha empeorado el problema. Se necesita una respuesta integral, con fiscalización real, para revertir este daño. No podemos ignorar a los miles de personas afectadas por esta problemática, tanto a los residentes como a quienes nos visitan para “disfrutar” de nuestro cantón.
Samantha Bustos Benavides, Limón
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