Contaré lo que me ocurrió en Dekra el sábado 7 de junio, pues considero que es una burla para los usuarios. Salí tempranito (6:45 a. m.) rumbo a Dekra Puntarenas, pero primero pasé a tramar el carro (ya que acá, en Monteverde, los huecos hacen que la tramada sea necesaria con frecuencia). Llego a Dekra a las 10:00 a. m. y mi cita es a las 10:25. Terminan mi revisión a eso de las 11:50, con un resultado de dos faltas graves: las luces frontales no cumplen y el cinturón del asiento del medio no enganchó bien.
Fue toda una odisea encontrar un lugar abierto a las 12 mediodía para reparar esas dos únicas faltas graves señaladas en el reporte, pero lo logré. Listo, todo reparado y, de nuevo, a las 3:00 p. m., a la fila para reinspección. Llego a la ventanilla y me indican que por dos faltas debo pagar una inspección nueva. Cancelo el monto total otra vez y la nueva inspección termina a las 4:30 p. m.
Me bajo para retirar mi sticker y ¿adivinen qué? ¡Nada de sticker! Me dice el señor: “Tiene una falta grave por la llanta delantera derecha”. Yo, inmediatamente, saco el reporte anterior y le digo: “¿Pero cómo es posible, si hace unas horas vine y en el reporte no se indica nada sobre las llantas?“. Por supuesto, la respuesta fue: “Lo siento; yo vengo entrando a mi turno y eso es lo que debe corregir”, y se dio media vuelta.
Le consulto con quién me puedo quejar y me dice que lo puedo hacer por teléfono. ¿Por qué lo de la llanta no lo indicaron la primera vez para haberlo corregido? Fue una pérdida de tiempo y de dinero.
Conversando con otras personas, me he enterado de que, en un mismo día, han ido a Dekra hasta cuatro veces y en todas las inspecciones les aparece una nueva falta grave. ¿Es una burla? Yo estoy completamente indignada por esta gran falta de seriedad.
Laura Pacheco Angulo, Monteverde
Tiempo de rectificar el rumbo
Hemos perdido conciencia de que cada día nos alejamos más de nuestra madre naturaleza. Olvidamos las costumbres austeras y tranquilas de espíritu de otros tiempos. Si queremos una sociedad más sana, comencemos por promover excursiones al campo en escuelas y colegios. Restablezcamos las huertas escolares y fomentemos las huertas urbanas para que la población se alimente sanamente.
Disfrutemos los goces del campo, de cara al sol y al aire libre y sin temor a la vivificante lluvia. Practiquemos las saludables caminatas que dan vigor y agilidad, y purifican el alma. Salgamos de la ruidosa ciudad, que crece sin control ni medida, y cambiemos aire contaminado por el aire puro de los bosques.
Es imperativo que el gobierno apoye y subsidie estas actividades que son terapia y calidad de vida para la población, amén de que previenen el delito y la enfermedad. El gobierno debe abstenerse de invertir recursos en la construcción de una inmensa jaula mal llamada megacárcel. Y si pretende una efectiva rehabilitación, ha de respetar ante todo la dignidad de los reclusos, descentralizar las prisiones y dotarlas de sol y aire puro, sin perjuicio de la debida seguridad.
Es tiempo de rectificar el rumbo de nuestro extravío. Si no aprovechamos el momento presente, este se nos esfuma y, con él, las esperanzas de una regeneración moral en armonía con las leyes inmutables de la naturaleza.
Carlos Jiménez Volio, San Pedro de Montes de Oca
Paseo amenizado
Deseo agradecer a todos los acompañantes de un paseíto que hicimos a Tortuguero el 30 de mayo; en especial, a dos médicos que fueron alegrándonos con su guitarra y sus cantos. No pregunté sus nombres completos; solo sé que uno se llama Eduardo. Pero, de corazón, muchísimas gracias por amenizar nuestro recorrido.
Ivette Hernández Zumbado, San Isidro de Heredia
Misión imposible en AyA
Tres veces he tocado la puerta de la oficina de Acueductos y Alcantarillados (AyA) en Escazú. El trato, inmejorable; pero no resuelven. El simple cambio en el segundo apellido del servicio de agua es misión imposible.
José Luis Valverde Morales, San Antonio de Escazú
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