El Ministerio de Justicia y Paz invierte más de ¢600.000 mensuales en el mantenimiento de cada privado de libertad, con una relación costo/beneficio muy baja: los centros penitenciarios están abarrotados de “clientes frecuentes”, que burlan la justicia y no están obligados a estudiar ni trabajar.
El Proyecto de Ley 24612, presentado por la diputada María Marta Carballo, que fue avalado por el Comité de Asuntos Jurídicos, propone que “toda condena firme de prisión deberá ir acompañada obligatoriamente de trabajo, estudio o una combinación de ambas opciones”, y podrán optar a algunos beneficios.
Este modelo ha tenido éxito en países como Noruega, que posee la tasa más baja de reincidencia del mundo. Beneficia al Estado al reducir el gasto público, y los privados de libertad invierten su tiempo en aprender una técnica u oficio que les permitirá la reinserción laboral.
Además, obtener logros académicos y poder generar ingresos eleva la autoestima y reduce los sentimientos de frustración que les genera la vida en prisión. No se trata de “que pague por lo que come”, sino de prevenir nuevos delitos y aumentar la seguridad ciudadana.
Silvia Gagneten Barbetta, Rohrmoser
Decayó la comedia
Siempre he apoyado al artista nacional y he defendido la identidad cultural y la libertad de expresión en las distintas ramas del quehacer artístico, pero hoy quiero referirme específicamente al campo del humor y la comedia. Un humor fino, inteligente y pensante ha sido siempre una forma infalible de conectar con la sociedad, y eso es precisamente lo que se ha venido perdiendo aceleradamente en los programas de comedia, sobre todo en la TV.
Hace algunos años, estos, si no eran del todo graciosos, al menos eran entretenidos, pero es que ahora ni lo uno ni lo otro; por lo general, se reducen a sketches insípidos y simplones que más bien ofenden la inteligencia del televidente. Lo digo sin ánimo de “mala crítica”, sino como un llamado a los colectivos del humor y la comedia. Ojalá se recupere el papel y la misión enriquecedora del humor dentro de una sociedad.
Julio Vindas Rodríguez, San Pablo de Heredia
Sin duda, iré a votar
Que voy a votar, no tengo duda. Por quién, ya lo he decidido. Muchos aún no saben ni quiénes son todos los candidatos. Me preocupa que sean tantos los elegibles y que pueda confundir más que alentar a una votación fluida. ¿Es bueno que sean como 20? Creo que esta vez se despertó el egocentrismo y algunos están solo por figurar. No sé si favorece más o no a la democracia. Tengo mis dudas por la falta de diferenciación real entre algunas de las propuestas.
De todos modos, hay que ejercer este derecho, muy deseado por muchos en el mundo. Pero hay que ir a votar con buena información, conscientes de que es un poder que tenemos en la mano cada cuatro años. Votar con argumentos que sustenten nuestra elección. Eso es la democracia y así la defendemos: con el voto.
Gustavo Halsband Leverato, San José
Técnico de Cartago
Qué lamentable es ver las reacciones de ira del D.T. de Cartago. Parece que quiere llamar la atención, ser visto por la gente. Está equivocado si piensa que se es un buen técnico con malacrianzas. Costa Rica le brindó hospitalidad y le dio un trabajo. Es algo que debería tener presente.
Jorge Arturo Rojas Chinchilla, Escazú
Deschavetado
De esta generación de dictadorzuelos afincados en sus tronos por triquiñuelas variadas, el nuestro es particular. Su deschave es tal que ahora arremete nada menos que contra el poder electoral y su bien ganado prestigio. Zafio, torpe, su zanganada es de antología y no merece otra cosa que el repudio generalizado de quienes en 2026 usaremos nuestro valioso Pulgarcito para mandarlo a hacer gárgaras.
Hugo Mora Poltronieri, Escazú
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