Extraña y sorprende que faltando tan poco tiempo para las elecciones presidenciales de febrero 2026, sea tal el silencio de los candidatos presidenciales y de sus partidos políticos.
Ante la opinión pública y los medios de comunicación, no hay señales de su actividad y mucho menos de sus propuestas para resolver los graves y numerosos problemas que sufre el país, en aspectos como seguridad nacional, narcotráfico, corrupción, educación, salud pública, infraestructura, suministro de agua, transporte público, puentes, tipo de cambio, puerto Caldera, reforma del Estado, situación y desempeño del ICE y de AyA, estado del proyecto del agua para Guanacaste y revisión técnica de vehículos.
Se nos ha dicho que las propuestas se incluirán en los programas de gobierno, lo cual es inaceptable, pues tales programas no son atendidos y mucho menos cumplidos por los gobernantes; son un simple adorno en sus estanterías.
La pasividad de los principales candidatos y sus partidos, y la ausencia de propuestas son el caldo de cultivo, junto al cada vez mayor abstencionismo electoral, para que los partidos taxi y sus ocasionales candidatos obtengan resultados favorables en segunda ronda electoral con pocos votos y sin presentar programas de gobierno.
Leonel Fonseca Cubillo, Pavas
¿Una utopía?
Pido respetuosa pero firmemente a La Nación y los otros medios que se abstengan de publicar noticias relacionadas con Chaves Robles. Los costarricenses merecemos mejor suerte, porque es desgastante y agotador; ensucia y entorpece nuestro espíritu.
Me imagino a un Ortega o a un Maduro disfrutando de vernos en esta vergonzosa situación y se me suben los colores, cuando, por ejemplo, habla con Macron. ¿Cuál lenguaje emplea si solo maneja 100 palabras y el 90 por ciento de ellas son insultos y tonterías?
Ni siquiera deseo que le quiten la inmunidad; seríamos el hazmerreír de propios y extraños. Solo anhelo para el próximo gobierno una persona decente, entendiendo la palabra “decente” por lo que dice el Diccionario de la Real Academia: un ser honesto, justo, íntegro. ¿Es una utopía?
Vera Cristina Varela V., San Pedro de Montes de Oca
Frágil dignidad
En su artículo del 7 de julio, José Daniel Rodríguez Arrieta califica como “la hora más baja del poder presidencial” una frase irónica de Rodrigo Chaves sobre Gaza, denunciando una “ética pública que se deshace entre risas” y “la dignidad herida de la nación”.
Sin restar gravedad al mal gusto de las palabras presidenciales, cabe preguntar si esta reacción es proporcional o si responde al fenómeno contemporáneo de la política como espectáculo moral, donde el tono pesa más que los hechos y la indignación sustituye al pensamiento.
Porque si, como afirma Rodríguez Arrieta, “la dignidad pública se deshace entre risas”, entonces vale la pena preguntarse: ¿es tan frágil nuestra dignidad?
Si una carcajada torpe y una mueca de mal gusto bastan para derrumbar los cimientos éticos de toda una república, el problema es más grave de lo que parece. No por lo que dice el presidente, sino por la facilidad con la que algunos creen que la dignidad de un país entero puede venirse abajo por un comentario desafortunado.
En ese caso, no es la dignidad lo que se ha perdido, sino la capacidad de algunos de pensar con buen juicio y sentido común. Porque si una frase desafortunada basta para declarar colapsada la ética republicana, el problema no está en el poder, sino en quienes pretenden convertir la política en un concurso de ofendidos.
Álvaro Alpízar Antillón, Santa Ana
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