La mayoría de los estudiantes termina el colegio sin la menor idea de cómo administrar su dinero, cómo funciona una tarjeta de crédito o cómo iniciar y mantener un ahorro. Sin estos conocimientos básicos, la independencia económica se vuelve solo una teoría, mientras la vida adulta nos exige decisiones que nunca aprendimos a tomar.
La educación financiera debería ser obligatoria y práctica, desde edades tempranas. El no aprender a calcular intereses o a leer contratos bancarios nos puede costar más que una mala nota: nos expone a deudas, estafas y decisiones impulsivas que podrían evitarse con la formación adecuada.
Si queremos jóvenes responsables y preparados para un futuro estable, debemos enseñarles a planificar, invertir, ahorrar y proteger su dinero. Un país con ciudadanos educados financieramente será un país menos endeudado y con más oportunidades reales para crecer y emprender.
Sofía Díaz Bolaños, San Isidro de Heredia
Reciclaje en Heredia
Desde hace unos años, Heredia afronta un aumento notorio en sus niveles de contaminación, especialmente en calles, ríos y espacios públicos que antes se distinguían por su limpieza y atractivo. Hoy es común encontrar desechos en aceras y cauces llenos de basura que afectan no solo el ambiente, sino también la calidad de vida de quienes habitamos la provincia. Esta realidad debería preocuparnos a todos, pues refleja una pérdida de conciencia ambiental y de responsabilidad comunitaria.
A esto se suma la falta de cobertura del servicio de recolección de reciclaje en varios distritos de Heredia. Aunque parte de la población desea separar adecuadamente sus residuos, no cuenta con un camión de reciclaje que pase por su zona, lo que obliga a muchos vecinos a mezclar materiales reciclables con la basura ordinaria. Esto termina afectando los esfuerzos de quienes sí quieren reciclar.
Es urgente que autoridades locales y comunidades resuelvan esto conjuntamente. Campañas de educación ambiental, jornadas de limpieza y una mejor planificación del servicio de reciclaje podrían marcar una diferencia significativa.
Angie Moreno Aguilar, Heredia
El país soñado
“Soñar no cuesta nada”. Es cierto y muy real. Muchos costarricenses todavía soñamos con aquella Costa Rica de antes, cuando la gente dejaba la casa abierta, sin rejas ni portones; cuando los delitos eran pocos y el crimen organizado no marcaba nuestras vidas ni comprometía nuestra seguridad. Los niños podían caminar solos a la escuela, los barrios eran más unidos, las familias más grandes y la vida se sentía más tranquila. Los vecinos se conocían, los chiquillos jugaban en la calle sin miedo y, en general, se vivía con más paz y tranquilidad.
Por eso, de cara a las próximas elecciones presidenciales y legislativas, vale la pena detenerse un momento y pensar bien a quién vamos a darle nuestro voto. No deberíamos votar al azar ni repetir lo que ha pasado en las últimas elecciones, en que el abstencionismo terminó decidiendo por todos. Como ciudadanos, tenemos derechos, por supuesto, pero también deberes, y el deber cívico es una responsabilidad para con el país y con las generaciones venideras.
Podemos dar un paso transcendental si elegimos con criterio. Elegir a personas capaces de enfrentar al narcotráfico, de devolver la seguridad a los barrios, de combatir la deserción estudiantil y de impulsar empleo con oportunidades reales. Sobre todo, necesitamos líderes con ética, criterio y capacidad: gente justa, sensata, firme y prudente, con habilidades para comunicarse, dialogar, resolver problemas y trabajar con su equipo de manera inteligente.
Sandra Coto A., Cartago
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