La libertad de expresión debe respetarse, si queremos mantener nuestra centenaria democracia. La institucionalidad no existe para que sea instrumento de presión contra los medios de comunicación y periodistas independientes.
No se vale emplear la violencia verbal contra quien no coincida con el pensamiento del gobierno. Es importante que exista respeto y no hostigamiento.
Los costarricenses tenemos derecho a expresar libremente nuestra opinión sobre la actuación del gobierno o cualquier otro tema de interés nacional. La libertad de prensa es un derecho humano, al igual que las libertad de culto y el derecho a la vida privada.
Los medios de comunicación desempeñan un papel insustituible en la divulgación de información de interés público. No se vale seguir atacando por las redes sociales. No debemos permitir la normalización de la agresión.
El Estado de derecho debe respetarse. Una prensa responsable y libre es piedra angular de la democracia. No se vale la desinformación, ni la manipulación de la verdad, ni la polarización, ni la falta de objetividad en las más altas esferas del gobierno.
Polarización
Un presidente debe aprender a escuchar, predicar con el ejemplo y potenciar el talento, tener habilidad para comunicarse, transmitir compromiso, formar equipo, ser asertivo, poseer empatía, estar dispuesto a negociar, ser respetuoso y mesurado y tener credibilidad, compromiso, flexibilidad y agilidad.
Un buen presidente en una democracia debe ser firme con los valores, participativo y esforzado para alcanzar sus objetivos dentro de nuestra estructura institucional. Terrible error es estar echando la culpa a terceros por su falta de logros puntuales.
Un presidente debe vivir en constante negociación de su programa, basado en propuestas muy claras, donde todos se sientan protagonistas y con mirada estratégica a corto, mediano y largo plazo.
Un buen presidente traza un plan debidamente estructurado, que marque el norte por encima de los dogmas ideológicos. Todo líder político debe ser pragmático y poner en primer lugar los intereses nacionales. Se rodea de gente experimentada, que conoce la institucionalidad, nuestra idiosincrasia, la teoría política y la resolución de conflictos.
El equipo
Un presidente escoge los mejores equipos humanos y hace a un lado los intereses partidarios y particulares a fin de que el país conserve la libertad, dialogue, acuerde y concilie.
Hay que poner la ética y la transparencia en el centro de la gestión. No es correcto incitar a debates sobre lo realizado por otros gobiernos y no acerca del futuro y las soluciones.
La Administración Pública está llamada a corregir lo malo y denunciar la corrupción a las autoridades correspondientes, si tiene fundamentos sólidos, no para hacer circo ni tampoco para responsabilizar al Poder Judicial de las fallas que comete el Ejecutivo.
El país debe ir por buen rumbo. Pensar en índices de popularidad y en las próximas elecciones es más de lo mismo y un claro deseo de beneficiarse de lo que tanto se critica a los gobiernos pasados.
El país necesita genuina preocupación por el desarrollo social y económico. Hay que concentrarse en erradicar la pobreza y levantar la calidad de la raquítica educación pública.
Un buen presidente no es un especialista, pero debe tener voluntad y energía para convencer a la ciudadanía de la bondad de sus ideas y negociar con inteligencia con las diferentes fuerzas que componen la sociedad.
Un alto
Lo importante ahora es hacer un alto en el camino y explicar al pueblo la importancia del orden fiscal y la ruta trazada. Todos estamos en la misma carreta, por lo que es necesario jalar parejo. No debe satanizarse a los partidos políticos de oposición y las cosas buenas que lograron. En cada partido ha habido gente muy buena y honesta. Terrible error es dividir.
Si seguimos como en el primer año, no vamos avanzar, ya que en lugar de reconciliarnos y aceptar lo bueno, seguirá la criticadera a los que nos precedieron.
Los graves problemas sociales y económicos solo juntos se van a resolver, para lo cual hay que cambiar el debate público. Todos merecemos respeto y nada lograremos sin un cambio de actitud. Tenemos que buscar acuerdos y debatir con respeto e inteligencia.
Está claro que los partidos políticos y sus líderes deben buscar soluciones. El gobierno debe denunciar lo que está mal y apegarse a la división de poderes. Terrible error es alimentar más la confrontación y la intimidación. Preocupémonos por un futuro sin violencia y que ofrezca mayores posibilidades de superación a los más vulnerables.
El autor es ingeniero.
