
Si cuando usted fue niño vivió alguna experiencia dolorosa, esta situación puede seguir marcando su vida adulta aunque no se de cuenta, eso se llama heridas de la infancia. La buena noticia: es posible reconocerlas y sanarlas, incluso años después.
Lo que debe saber:
- Las heridas de la infancia pueden generar creencias limitantes como “no soy suficiente” o “no merezco amor”.
- Se manifiestan emocional, conductual y físicamente: ansiedad, problemas de confianza, aislamiento o somatización.
- Reconocerlas y trabajarlas le permitirá vivir con mayor libertad, autoestima y bienestar emocional.
La forma en la que fuimos tratados en los primeros años de nuestra vida influye en la adultez al momento de tomar decisiones, interactuar con las demás personas e incluso, la forma de tratarnos a nosotros mismos.
“Es importante hablar de estas situaciones en la adultez porque estas heridas se pueden ver como ansiedad, bloqueos emocionales, miedos, tal vez dificultades para relacionarme con otras personas, formas de ver la vida que no nos están ayudando“, explicó Georgina Echandi, psicóloga del Hospital Metropolitano.
¿Cómo identificarlas y tratarlas para mejorar el bienestar emocional? La especialista brinda una serie de señales de alerta así como pasos a tomar en cuenta para ayudarle en el proceso.
LEA MÁS: Guía práctica para proteger su salud mental si decide cuidar de los suyos en casa
Cinco heridas emocionales más frecuentes y cómo se manifiestan
Existen cinco heridas que se manifiestan de manera frecuente y que suelen dejar cicatrices profundas. Cada una se manifiesta de manera diferente:
- Abandono: Si de pequeño sufrió abandono, cuando es adulto suele haber dependencia excesiva de otros o desconfianza hacia las personas.
- Rechazo: Si cuando era pequeño fue rechazado por alguna persona, cuando es adulto es posible que haya sensación constante de no pertenecer o de ser diferente.
- Humillación: Se desarrolla como dificultad para aceptarse y valorarse, generando inseguridad.
- Traición: Existe la necesidad de controlar todo por miedo a decepciones.
- Injusticia: Hay una incapacidad para expresar emociones y se desarrolla una tolerancia a relaciones poco saludables.
Estas heridas suelen convertirse en patrones repetitivos que afectan la autoestima, las relaciones y la percepción del mundo.
Señales de que sus heridas de la infancia aún le afectan
- Autocrítica excesiva y desvalorización de logros.
- Sentimiento de no pertenecer o estar solo.
- Dificultad para reconocer sus habilidades.
- Ansiedad, tristeza o vacío emocional persistente.
- Problemas para expresar emociones o autorregularse.
- Tendencia a huir de situaciones o personas.
- Aislamiento social.
- Patrones autodestructivos o incapacidad de cuidarse.
- Miedo a la intimidad o dependencia emocional.
- Necesidad constante de validación o tolerancia a relaciones dañinas.
- Sentir todo el tiempo que las personas le van a hacer daño.
- El cuerpo empieza a somatizar: las heridas emocionales se convierten en dolor físico.
Si reconoce varias de estas señales, es una alerta de que esas heridas aún influyen en su vida diaria.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?
La especialista recalca que no siempre es fácil enfrentar esas heridas solo, por lo que es recomendable acudir a un psicólogo o terapeuta cuando:
- Siente malestar persistente que afecta su vida diaria.
- Tiene problemas constantes en sus relaciones o trabajo.
- Experimenta cambios en sueño, apetito o estado de ánimo.
- Sentir confusión persistente.
- Los eventos estresantes le resultan difíciles de manejar.
- Algunas de las señales antes mencionadas afectan su día a día.
Un profesional puede ayudarle a identificar las raíces de estas heridas y brindarle herramientas para manejarlas de forma saludable.
“Que yo no haya tenido las herramientas para trabajar esta herida cuando yo era un niño no quiere decir que yo no las pueda adquirir ahora. Algo que me haya lastimado a mí cuando era niño no quiere decir que sea algo que me tenga que marcar a mí el resto de la vida“, agregó Echandi.
Pasos para empezar a sanar
Sanar implica trabajo y autoconocimiento. Algunos pasos son:
- Reconocer y aceptar el dolor del pasado.
- Darse permiso de expresar las emociones sin juicio.
- Comprenderse y tratarse con cariño.
- Practicar autocuidado y tratar de establecer límites saludables.
LEA MÁS: Rutinas con yoga, pilates, barre y cardio dance: cuatro ejercicios para activarse
Beneficios de sanar las heridas de la infancia
Transformar estas cicatrices en aprendizaje permite:
- Reducir ansiedad e insatisfacción.
- Mejorar la autoestima y la autopercepción.
- Establecer relaciones más auténticas y saludables.
- Tomar decisiones libres de miedos y creencias limitantes.
“Sí, es posible sanar las heridas de la infancia. Con mucho autoconocimiento, trabajo y compromiso. Esto no significa que se vaya a olvidar completamente lo sucedido o que el dolor desaparezca por completo; se trata de un proceso consciente de crecimiento que permite vivir sin que estas experiencias aten o definan la vida“, finalizó la psicóloga.