Un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) revela que los gobiernos involucrados en la industria petrolera planean aumentar la producción de combustibles fósiles en casi un 110% para el 2030, una cifra que excede significativamente lo considerado razonable para prevenir el calentamiento global.
Tales son las expectativas de producción que el reporte asegura que esas naciones y comunidades más ricas (también afectadas por olas de calor, sequías, incendios forestales y tormentas) pondrían en entredicho el futuro de toda la humanidad.
“Los gobiernos deben dejar de decir una cosa y hacer otra, especialmente en lo que se refiere a la producción y consumo de combustibles fósiles”, plantea el Informe sobre la Brecha Productiva 2023: ¿Reducción o aumento gradual?
La brecha productiva es la diferencia entre la producción de combustibles fósiles que prevén los gobiernos y los niveles de producción a nivel mundial consecuentes con limitar el calentamiento del planeta debido a emisiones por uso de hidrocarburos a entre 1,5 y 2 grados centígrados (°C)
Esos gobiernos son: Australia, Brasil, Canadá, China, Colombia, Alemania, India, Indonesia, Kazajistán, Kuwait, México, Nigeria, Noruega, Qatar, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Reino Unido, Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos, que en diciembre será la sede de la COP28, la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático edición 2023.
La mayoría de esos gobiernos, dice la investigación, brinda “importantes apoyos políticos y financieros” para la producción de combustibles fósiles aun y cuando 17 de ellos dicen haberse comprometido a lograr emisiones netas cero y han lanzado iniciativas para bajar las emisiones por la producción de combustibles fósiles.
“Ninguno ha reducido la producción de carbón, petróleo y gas de acuerdo con la meta de limitar el calentamiento a 1,5 °C”, concluye el documento.
Esto ocurre, añade la ONU, pese a ser los gobiernos con mayor poder económico para abandonar el petróleo y, por eso, con una mejor posición para buscar reducciones de gases y consumo de petróleo más ambiciosas y ayudar en los procesos de transición a países con recursos limitados.
Dados los riesgos e incertidumbres de la captura y el almacenamiento de carbono y la eliminación de dióxido de carbono, el reporte alerta que estas naciones más bien deberían aspirar a eliminar casi tota la extracción y uso de carbón para el año 2040, y propiciar una reducción combinada de la producción y uso de petróleo y gas del 75% para el 2050 desde sus niveles del 2020, como mínimo.
En esta década
Sin embargo, los últimos pronósticos sugieren que la demanda mundial de carbón, petróleo y gas alcanzará su punto máximo en esta década, incluso sin nuevas políticas sectoriales de impulso.
Combinados, esos planes gubernamentales conducirían a un aumento sostenido de la producción mundial de carbón hasta el año 2030, y de la producción mundial de petróleo y gas al menos hasta el 2050, creando con el tiempo una brecha cada vez mayor en la producción de combustibles fósiles y la necesidad de bajar emisiones.
“Los gobiernos literalmente están duplicando la producción de combustibles fósiles; eso significa un doble problema para las personas y el planeta”, afirmó el secretario general de la ONU, António Guterres en la presentación de la investigación, la semana pasada.
Guterres fue directo al decir que no era posible abordar la catástrofe climática sin abordar su causa fundamental: la dependencia de los combustibles fósiles.
El vocero de Naciones Unidas insistió en que la COP28 debe enviar una señal clara de que la era de los combustibles fósiles ya no tiene cabida en el mundo y que su fin es inevitable.
“Necesitamos compromisos creíbles para aumentar las energías renovables, eliminar gradualmente los combustibles fósiles e impulsar la eficiencia energética, garantizando al mismo tiempo una transición justa y equitativa”, lanzó.
El Informe sobre la Brecha Productiva 2023: ¿Reducción o aumento gradual? es una producción del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI), Climate Analytics, E3G, el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Evalúa la producción planificada y proyectada de carbón, petróleo y gas de los gobiernos en comparación con niveles globales consistentes con el objetivo de temperatura del Acuerdo de París.