Carolina Duarte llegó este sábado a las 3 a. m. a San José con sus tres hijos de cinco, cuatro y un año de edad. Ella es parte de la caravana de migrantes que huyó de Venezuela y ahora duerme en las calles de la capital. Su campamento está ubicado fuera de la terminal de buses 7-10, donde cientos de familias se esfuerzan cada día por recaudar dinero para pagar el pasaje de bus a San Carlos y luego cruzar la frontera.
La madre de 24 años contó a La Nación que lleva tres días en el país desde que logró salir de Panamá y ahora necesita seguir su camino rumbo a Estados Unidos. Sin embargo, dijo que primero debe conseguir medicinas para tratar la diarrea y vómitos que tienen sus hijos, especialmente la menor, quien comenzó su trayecto migratorio con pocos meses de nacida y ahora no está bien de salud.
“Mi bebé cumplió un año durante la travesía; salió de meses. En el camino perdimos todo, el bolso, la ropa; mis hijos venían desnudos. Gracias a Dios cuando llegamos acá la Iglesia nos ayudó con ropa, zapatos; nos vistió, nos dio comida. No tenemos plata, anoche me regalaron unos pañales porque no tenía. Mi hija toma pecho porque ahorita no está comiendo por el malestar que tiene, los otros tampoco quieren comer”, relató.
Duarte rescató que aunque ella y sus coterráneos han pasado días muy difíciles, se sienten agradecidos con el recibimiento que han tenido en Costa Rica. Por ejemplo, este viernes, un habitante del sur les hizo el favor de traerlos a la terminal de buses capitalina donde ahora están acampando y otra ciudadana se acercó a regalarles algunos medicamentos para los niños. “Aquí nos han tratado bien”, resaltó la joven viajera.
Esta migrante es parte de los 1.000 venezolanos que cruzan cada día el país con la esperanza de conseguir una mejor vida en el norte del continente, según estadísticas suministradas a este diario por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés). Desde hace semanas, esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es de las principales entidades que ha dado ayuda humanitaria.
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Fuerte deterioro físico
“Nuestro apoyo a personas migrantes en tránsito en los últimos meses se ha concentrado tanto en la frontera sur en Paso Canoas, que es por donde ingresan la mayoría, y luego en la frontera norte en Tablillas, en Los Chiles, que es por donde normalmente salen del país. En ambos lugares tenemos un apoyo concentrado a través de una alianza con la Cruz Roja en el que a las personas migrantes se les brindan insumos humanitarios básicos y alguna alimentación muy básica, como agua, frutas o algún tipo de nuez.
“En unas estaciones móviles se les brinda información como en qué parte del país están y cuál es la ruta exacta para salir. También en muchos casos se les dan primeros auxilios, insumos de higiene para las mujeres y en ocasiones hasta ropa y zapatos, cuando es necesario y cuando lo solicitan. También alcohol en gel y mascarillas”, detalló Juan Manuel Baldares, gerente de programas de Unicef Costa Rica.
La organización explicó que, de acuerdo con la observación en las fronteras, las personas que participan en este flujo migratorio presentan un fuerte deterioro físico, signos de agotamiento, desesperación, afectación emocional y psicológica, debido a todas las situaciones que han vivido en su camino, particularmente por los altos riesgos a los que se exponen al cruzar la selva del Darién en Panamá, donde muchos mueren.
Baldares contó que varios no pueden seguir su ruta migratoria por problemas de salud o falta de dinero y, en la medida de lo posible, se les intenta ayudar con alimentación y hospedaje, pero en general los recursos no son suficientes y por eso aparecen campamentos clandestinos como el de la capital, sin acceso a servicios básicos ni agua potable. Según contó, Unicef tiene la intención de buscar un techo para ellos.
“Ante la situación de las últimas semanas que se ha complicado en San José, ya se ven personas migrantes en condición de calle, entonces hemos estado en conversaciones con la Dirección General de Migración y Extranjería, la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) y otros socios para también poder habilitar espacios para estos viajeros, en coordinación con algunas organizaciones no gubernamentales.
“También ver si podemos encontrar algunos hoteles o albergues que tengan disponibilidad para aquellas familias que están en una situación de extrema vulnerabilidad. La idea es dotarlas con albergue y alguna manutención básica durante unos cuantos días mientras ellas pueden continuar su flujo migratorio, que es lo que casi en todos los casos quieren hacer; poder estabilizarse y continuar”, explicó el vocero.
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Escasos albergues en la capital
Por su parte, el director de la Policía Municipal de San José, Marcelo Solano, afirmó que aunque algunos comercios josefinos han solicitado que se retiren de las calles las tiendas de campaña de los migrantes venezolanos, las autoridades no atenderán ese pedido, porque la instrucción es resguardar la integridad de estas personas y mantener el orden público, o incluso poder trasladarlas a un sitio más seguro.
Detalló que en los censos que realizan en las noches contabilizan hasta 250 personas acampando en las cercanías de la terminal de buses 7-10, en el sector del Paso de la Vaca y en el quiosco del parque central, aunque también hay tiendas de campaña separadas de los grupos, ubicadas en barrio México y otros puntos del centro de la ciudad. Solano reconoció que no hay suficientes albergues en la capital.
“No hay ninguna orden operativa ni instrucción para retirar tiendas de campaña. Algunos comercios de la zona están solicitando que la Policía impida que estas personas estén sobre la vía pública, pero realmente no hay dónde trasladarlas y lo que se están realizando son tareas generales de resguardo, para evitar que estas poblaciones vulnerables puedan ser víctimas de la delincuencia común o se tienten a delinquir.
“Ya se activó el comité municipal de emergencia de San José, el PANI ha tenido una unidad a tiempo completo en el sitio y hay tres albergues habilitados por la Asociación Obras del Espíritu Santo, pero son muy temporales, solo para pasar la noche. Claramente no hay capacidad de albergues para este flujo migratorio, se ha priorizado a aquellas familias que tienen niños o personas enfermas”, puntualizó.
Ante tanta necesidad, personas como Adriana Duarte han iniciado recolectas en redes sociales, tanto de ropa como comida y hasta dinero para comprar más insumos. Por ejemplo, ella publicó un tuit el viernes solicitando ayuda y un día después ya había conseguido más de ¢247.000 de usuarios generosos. Algunas de sus compran fueron suplementos alimenticios, cobijas, medias, biberones y toallas húmedas.
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Holi! ✨ les dejo el update del día de hoy antes de salir a hacer entregas de comida en las siguientes imágenes. Quiero agradecer a todos su colaboración donando y compartiendo! Aún mañana tengo que entregar donaciones usadas, así que si tienen alguna avísenme! pic.twitter.com/wdW5TQu1Jr
— A. (@adriduma) August 28, 2022
Crisis de movilidad
Las autoridades josefinas desconocen cuántas semanas más se extenderán los campamentos de venezolanos en las calles de la capital o si incluso aumentarán, por lo que solicitaron información a la Dirección de Migración y Extranjería (DGME) para prepararse adecuadamente. Mientras tanto, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) alerta de que la situación se extenderá.
Según explicó, estos “movimientos mixtos” se caracterizan por su complejidad e incluyen personas con diferentes perfiles; es decir, solicitantes de refugio, migrantes económicos y otros tipos de migrantes. Ante consulta de La Nación, la organización recordó que cualquier viajero que haya huido de Venezuela debido a un temor fundado de persecución por su opinión política, puede solicitar la ayuda del Acnur.
“La región de las Américas se enfrenta a una crisis de movilidad. Todo indica que es probable que continúen los movimientos mixtos dentro y a través de la región, a medida que se intensifiquen las causas profundas del desplazamiento, exacerbadas por el aumento de la xenofobia y el alto costo que la pandemia de covid-19 se cobró entre las personas más vulnerables de la región, entre estas las venezolanas.
“Para personas refugiadas y solicitantes de refugio, el apoyo de Acnur incluye registro, asistencia jurídica, ayuda humanitaria, donación de kits de limpieza e higiene, y distribución de alimentos y colchones. Asimismo, se brinda apoyo psicosocial y se ofrece capacitación; además, se llevan a cabo actividades que promueven una coexistencia pacífica entre personas refugiadas y comunidades de acogida”, respondió.
Finalmente, la agencia internacional con sede en Costa Rica resaltó que en el caso de este movimiento mixto de venezolanos la atención debe incluir la participación de todo el sistema de Naciones Unidas, según la especialidad de cada agencia y bajo el liderazgo de la Coordinadora Residente. Por eso, instó a la comunidad internacional a continuar asistiendo al país para asegurar la protección de los viajeros.
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