Imagine disfrutar un concierto de su artista favorito junto al escenario, probarse una camisa o pantalón sin poner un pie en el centro comercial o aprender cómo eran los dinosaurios con estos a su lado sobre una pradera de verdes pastos.
Esas experiencias serán cada vez menos fantasía (y más realidad) en el metaverso, un término que augura oportunidades económicas, laborales y educativas en nuevos mundos virtuales gracias a una mezcla de plataformas de Inteligencia Artificial, realidad virtual, blockchain e Internet donde “avatares” a nuestra imagen y semejanza nos representarán.
Sin embargo, estos metaversos, sean públicos o privados, también podrían podrían lesiones a los derechos de quienes se adentren en esos territorios donde se borran las fronteras entre el mundo real y el virtual, advierte Eduardo Bertoni, representante y coordinador de la Oficina Regional para América del Sur del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH).
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Para dar una idea de cuán delicado es el metaverso, la Comisión Europea presentó en abril una iniciativa de regulación titulada Mundos virtuales (metaversos): una visión de apertura, seguridad y respeto que aspira a asegurar los derechos digitales, leyes y valores de la Unión Europea para que dichos espacios sean seguros y confiables.
Las inquietudes de la UE las comparte el IIDH, que este 5 de junio celebrará en San José el conversatorio “Derechos Humanos y Metaverso: pensando la agenda para proteger derechos humanos”. El evento será de 5 p.m. a 7 p.m. y será posible la participación virtual mediante la plataforma Zoom. Interesados, pueden inscribirse en el siguiente formulario.
¿Y en verdad hay riesgos? Para saber lo comprometidas que podrían estar garantías como el derecho a la privacidad, la no discriminación e incluso la libertad de expresión, primero es necesario sondear qué implica un metaverso.
Más allá de Internet
El término es un acrónimo compuesto por meta (del griego que significa “después” o “más allá”) y “verso” en referencia a “universo”. En lenguaje llano, metaverso describe un universo tecnológico de naturaleza virtual posterior a las interacciones en Internet que conocemos hoy.
En este caso, fabricantes de aparatos de realidad virtual y desarrolladores de software prevén un ecosistema virtual y tridimensional (3D), donde las personas voluntariamente dedicarán tiempo y energía a interactuar con avatares (sean otros humanos o entidades virtuales) trabajando, jugando, estudiando y haciendo negocios.
En tales condiciones, los usuarios podrían ser vulnerables a diferentes amenazas debido a su estructura descentralizada, reconoció Bertoni.
La recopilación de datos, por ejemplo, es esencial en la experiencia del metaverso, en el que la información puede venderse a terceros con fines comerciales.
Esta característica eleva el riesgo de que información sensible y personal sea usada sin consentimiento, pues en tales mundos virtuales podría ser relativo el consentimiento de las personas o una verificación independiente para adquirir y conservar sus datos.
Como resultado, podrían aumentar los casos de robo de identidad, fraude y otras formas de abuso con información personal.
Bertoni sostiene que todo esto puede resultar desalentador y aterrador, pero recordó que los metaversos también brindan enormes oportunidades de acercar a personas distantes físicamente y transformar de forma innovadora, industrias a veces reticentes a tecnologías disruptivas en áreas como salud, trabajo y educación.
“Cuando uno se aproxima a estas tecnologías, en un primer momento pueden generar dudas y temores, pero a mí me gusta hablar más de desafíos que de problemas”, explicó.
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De acceso, discriminación y privacidad
En su criterio, un problema sí podría ser la aparición de monopolios de estos mundos virtuales donde debe asegurarse igualdad de acceso y no discriminación en el disfrute de beneficios. Esto, según cree, amerita reflexión en términos de quiénes podrían acceder y cuánto costará.
“Como hablamos en el pasado de brecha digital, en términos de buen acceso a Internet o no, ahora también se requiere esa conversación para esto”, señaló en referencia a desarrollos que podrían adquirir madurez en el plazo de una década.
Otro desafío, advierte Bertoni, es el eventual arribo o circulación de discursos de odio o discriminatorios, en los que, por más que sea un avatar el que publique los mensajes, estos podrían dañar o afectar a personas, incluso en su salud mental.
Si bien el potencial de la tecnología de metaverso es innegable, estos y otros desafíos deben abordarse.
La seguridad es una de las principales preocupaciones cuando se trata de proteger los datos y garantizar privacidad.
A este pueden unirse problemas legales vinculados con la propiedad de activos digitales y derechos de propiedad intelectual en el metaverso. Dado que las leyes internacionales varían de un país a otro, incluso podría generar complicaciones.
Precisamente, el conversatorio del lunes, añadió Bertoni, versará sobre los retos para la protección de datos personales y la privacidad, así como la búsqueda de una estrategia para garantizar la igualdad, la inclusión y la vigencia de los derechos humanos en esos mundos virtuales venideros.