
Un total de 1.200 pasajeros se vieron afectados por el retraso de vuelos que ocurrió la tarde de este lunes en el aeropuerto Juan Santamaría, debido a que el radar de la terminal se vio obligado a reducir el ritmo de las operaciones como una contingencia sanitaria. La medida se derivó de la falta de agua en ese edificio debido al pago tardío de un recibo por ¢700.000.
Así lo confirmó la mañana de este martes la firma Aeris, administradora del aeropuerto, la cual detalló que se vieron perjudicados nueve vuelos con destino a Atlanta (Georgia), Miami y Fort Lauderdale (Florida) y Houston y Dallas (Texas), en Estados Unidos, así como a Cancún (México), Toronto (Canadá), El Salvador y Panamá. Sin embargo, la empresa no precisó cuánto tiempo se demoró cada avión y si hubo pérdidas económicas.
“Las operaciones del aeropuerto internacional Juan Santamaría se vieron afectadas este lunes 31 de enero debido al desabastecimiento de agua potable en las instalaciones del radar en las oficinas de la Dirección General de Aviación Civil, al costado norte de la terminal, lo que generó un mayor distanciamiento entre los vuelos”, comunicó la compañía, al destacar que la operación normal se restableció hasta las 3:30 p. m.
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Álvaro Vargas, director de Aviación Civil, confirmó a La Nación que el problema se detectó desde el viernes anterior, cuando le cortaron el suministro de agua al edificio del radar del aeropuerto por un recibo pendiente. El jerarca dijo que él se percató de esta situación hasta en horas de la noche y que cuando consultó a sus subalternos por la deuda le respondieron que en ese momento ya había sido saldada.
Explicó que como el radar utiliza un tanque para almacenar el agua, no fue hasta este lunes que se vació y los dejó sin el líquido, lo que requirió activar la medida de contingencia sanitaria. Por lo tanto, durante la hora y quince minutos que se aplicó la medida, el tiempo entre cada salida y entrada de las naves pasó de uno o dos minutos, como ocurre en condiciones normales, a un total de 10 minutos entre cada vuelo.
Vargas reconoció que este percance afectó a las aerolíneas que operan en el país, ya que no solo se generaron atrasos en la salida y entrada de vuelos, sino que también gasto de combustible de los aviones que tuvieron que esperar instrucciones hasta que se resolviera el tema. “Claro, eso afecta a las aeronaves tanto en vuelo como en tierra (...) pero no sé qué tanto podrían haberse afectado los vuelos”, señaló.
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De hecho, el presidente de la Asociación de Líneas Aéreas Internacionales (ALA), Rafael Sánchez Arroyo dijo a este diario que “este tipo de cosas no deben presentarse. El impacto no es solamente para las líneas aéreas sino también para los usuarios”. Por su parte, el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) evitó referirse al tema alegando que el asunto se sale de sus competencias, a pesar de que el país está en temporada alta.
Aeris aseguró que en el momento que fue notificado se movilizó inmediatamente en conjunto con las partes involucradas y “trabajaron proactivamente en la búsqueda de soluciones para restablecer la operación a la mayor brevedad posible”. También manifestó que, a su “mejor entendimiento”, el problema fue resuelto en su origen porque la cancelación de la deuda fue saldada por Aviación Civil, responsable de vigilar el servicio.
“Aclaramos que, nos encontramos al día en todas las obligaciones de pago con los servicios del Estado y confirmamos que somos respetuosos de nuestras obligaciones con el mismo”, afirmó Ricardo Hernandez, director general de la firma.
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Reclamo de funcionarios
El presidente del sindicato de controladores aéreos, Ronald Vega, calificó la controversia como una ‘situación inaudita’, ya que considera increíble que un servicio esencial como el agua haga falta en media pandemia y durante la temporada alta del turismo internacional.
“No podemos darnos el lujo de no tener a los compañeros en condiciones mínimas, lo podría llamar hasta infrahumanas, porque no es posible que para utilizar un servicio sanitario tengan que desplazarse cientos de metros para hacer sus necesidades”, dijo, al alegar falta de coordinación de parte de las autoridades.
Los trabajadores del radar del Juan Santamaría reclamaron que durante este lunes no pudieron lavar sus platos de comida, limpiar superficies y ni siquiera ir al baño en el edificio. De hecho, explicaron que para hacer sus necesidades debieron movilizarse a otras oficinas aledañas del aeropuerto, que están a 10 minutos de distancia ida y vuelta.
Afirmaron que no saben qué ocurrió con el recibo de agua pendiente y que únicamente les comunicaron que le cortaron el agua a su departamento. “Aquí no nos han dado pero ni una botella de agua. Es increíble que esto suceda en medio de una pandemia”, reprochó el lunes un funcionario, quien solicitó mantener en reserva su nombre.
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