Los embarazos en mujeres de 40 años o más son cada vez más comunes. Los datos lo respaldan. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), las madres que tuvieron su primer hijo a esas edades se triplicaron en 25 años.
Sin embargo, no es lo mismo gestar en la adolescencia, a los 20, 30 o 40 años, porque el cuerpo va cambiando. Esto no quiere decir que debe desaconsejarse el embarazo a esta edad, pero sí debe tenerse un acompañamiento adecuado.
Para entender lo que sucede en un embarazo en esa época de la vida, La Nación conversó con el ginecólogo, obstetra y perinatólogo (especialista en alto riesgo) Andrés Segreda Constenla, quien tiene experiencia en la atención de embarazos en mujeres de ese rango etario.
A estas edades los óvulos son menos y están más envejecidos. El útero también va envejeciendo.
“Nacemos con un material genético y este envejece. Esto trae un poquito de complicaciones, tanto desde el punto de vista de la salud de la mujer, como desde el punto de vista de pérdida de material genético. El material genético se vuelve más inestable. Tiende a hacerse un poquito de mala calidad”, explicó el especialista.
A lo anterior se debe añadir que a estas edades es más común que una mujer tenga enfermedades crónicas como obesidad, hipertensión, diabetes o niveles anormales de colesterol o triglicéridos.
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Antes del embarazo

Lo ideal a estas edades es comenzar con consulta desde que se comienza a planear el bebé.
“La mujer quiere estudiar, ser profesional, la mujer tiene sus ambiciones, la mujer tiene esa sed de triunfo. ¡Súper, demasiado bien!, pero muchas veces dejan la fertilidad cuando ya logran esos objetivos. Este tipo de cambios de conducta en nuestra sociedad acarrean que las mujeres están quedando embarazadas de una manera más tardía. Entonces, sale a relucir la importancia de una consulta preconcepcional. Conforme va avanzando los años, tiene mayor validez”, comentó.
En esta consulta, el profesional va a ver su condición de salud, si tiene alguna enfermedad crónica o inmunitaria y, con base en esto, guiará sus recomendaciones. Se indicará el consumo de ácido fólico y de hierro. En esta etapa es bueno apoyarse con profesionales en nutrición y educación física.
Esto permitirá conseguir el embarazo más fácilmente y un mejor parto, así como minimizar riesgos durante los primeros años del bebé.
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La fertilidad después de los 40
La capacidad para engendrar no es la misma que se tenía décadas atrás, pero no quiere decir que sea nula; cada caso es único.
“Hay que ver la fertilidad en muchísimos compartimientos: la ovulación, si hay malformaciones uterinas... y también, aunque no lo crea, el principal o el más frecuente es el compartimento masculino”, comentó.
No obstante, enfatizó en que nadie puede cerrarle las puertas a quien quiera ser madre.
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“Es muy común escuchar a pacientes decir que colegas les dijeron: ‘Ah, no, usted no puede quedar embarazada’. Para decir eso, tenés que haber estudiado completamente a la paciente. Nunca hay que cerrar una puerta, mucho menos de primera entrada”, aseguró.
A esto se debe añadir el auge de terapias de fertilidad asistida cada vez más precisas.
El embarazo

No todo embarazo a estas edades es sinónimo de planeación concienzuda. En algunos casos sorprende a los futuros padres. En estos casos se debe acudir cuanto antes a un centro de salud.
Durante esos años sí hay mayor riesgo de abortos u óbitos (muertes fetales). El especialista recalcó que, aunque los riesgos son mayores, la gran mayoría de embarazos a estas edades, si están bien acompañados, llegan a término sin problemas y con bebés saludables.
Ese no es el único trabajo de los médicos. También ayudan a reducir la ansiedad que puede traer consigo esta noticia, especialmente por los temores de tener, por ejemplo, un hijo con una malformación.
“¿Tiene más riesgo esto? Sí, pero la gran mayoría de los embarazos cursan normal y los bebés nacen sanos. Hay que tratar de alivianar, no minimizar los riesgos, jamás, pero sí tratar de aliviarlo con educación”, expresó.
Los riesgos para el bebé
Las palabras “malformaciones” o “síndrome de Down” pueden venir a la mente de las madres, pues es cierto que el riesgo es mayor. Las probabilidades también son mayores en enfermedades cardíacas, del cerebro o del sistema intestinal. Esto se debe a que, por los problemas propios del envejecimiento de los óvulos, los defectos cromosómicos pueden ser mayores.
No obstante, Segreda recordó la importancia de poner el asunto en perspectiva. Dio un ejemplo: a esas edades, el riesgo de tener un bebé con síndrome de Down es del 1%, mucho mayor que en otras edades, pero en términos prácticos las probabilidades son muy bajas.
Si se diera el caso, un buen acompañamiento también puede detectar estas condiciones de forma temprana y prepararse mejor para la llegada del bebé y tener las terapias necesarias.
¿Hay diferencia entre si es el primer hijo, el segundo o el tercero? No necesariamente. No obstante, el especialista dijo que, si hay hijos mayores sanos, esto podría hablar bien de la salud cromosómica de la mujer y aminora el riesgo.
Sin embargo, el especialista recalcó que toda mujer es libre de buscar un embarazo a cualquier edad.
“No es un pecado. No es algo malo. La mujer tiene derecho a reproducirse a la edad que quiera y no puede ser juzgada por lo mismo. O sea, ella sí, sabiendo y asumiendo que el riesgo es conllevable. Sí se puede con el correcto acompañamiento. Yo no quiero que ninguna paciente llegue al consultorio temblando de miedo, no, hay que tener paz, que para eso hay especialistas que pueden acompañarla”, concluyó.