“Saliendo de aquí no me iré pensionado; me pensionaré hasta que me corresponda, a los 65 años”. Con esas palabras, Carlos Alvarado Quesada reiteró que no cobrará la pensión de expresidente de la República, derecho que tienen todos los exmandatarios o sus familiares en primer grado.
Su decisión, afirma el mandatario saliente, le ahorrará al Estado cerca de ¢2.000 millones a lo largo de 23 años, tiempo que transcurriría hasta que el futuro expresidente —el más joven de la historia nacional— se pensione bajo el régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). La estimación fue elaborada en Casa Presidencial, en dinero traído a valor presente, según Alvarado.
“Estamos hablando que en estos 23 años estaría renunciando a aproximadamente ¢2.000 millones a valor presente. Yo necesito trabajar para vivir, como la mayoría de costarricenses, y eso no tiene nada de malo, ustedes lo conocen y lo pueden ver en las declaraciones a la Contraloría”.
Los beneficiarios de las pensiones de expresidentes reciben un pago promedio mensual de ¢3,8 millones. Este es un régimen especial no contributivo, es decir, los mandatarios no cotizan para recibir el beneficio, sino que es un derecho que ganan con su investidura.
En entrevista con La Nación, el mandatario saliente, de 42 años, se refirió a los comentarios de que su decisión es irresponsable y tiene tintes populistas.
“No es irresponsable, porque si yo muero, la pensión quedará para Gabriel (Quesada, su hijo) y para Claudia (Dobles, primera dama saliente), o si quedo enfermo o con alguna incapacidad.
“Yo vine aquí para hacer mi trabajo, yo vine aquí para servir al país; entonces, populismo creo que sería si engaño a alguien”, afirmó Alvarado.
Además, argumentó que tomó esa decisión sin dudar, porque “si yo le pido esfuerzos y sacrificios a Costa Rica, y sé que estamos en una situación difícil, no me corresponde pensionarme sin haber cotizado lo que me corresponde; me pensionaré hasta los 65 años”.