“Yo me acuerdo que antes los miembros de los partidos políticos llegaban en un camión, tocaban las puertas y pedían permiso para poner banderas. Era como tener una camisa de Alajuela o Saprissa, era un orgullo para cada familia”.
Quien lo dice y, con cierto aire de nostalgia, es Ligia Mejía, una educadora de 54 años y vecina de barrio Roosevelt, Limón. Ella, como miles de ticos, irá a las urnas el próximo domingo sin dejar rastro alguno de a quién le darán su voto.
La presente campaña electoral incluye, entre otros matices, la ausencia casi de total de signos externos alusivos a los partidos.
Vecinos de Limón, de San Carlos, de San Isidro de El General y San José centro coinciden en que las agrupaciones políticas ya no distribuyen distintivos. Sin embargo, tampoco hay interés del ciudadano por buscarlos.
“Si la gente tuviera fe (en los políticos) va a las oficinas de los partidos y pide una bandera para identificarse”, afirma la limonense y ama de casa, Ivonne Salazar.
De acuerdo con las encuestas, solo uno de cada cuatro ciudadanos manifiesta simpatía por alguna divisa electoral.
Al oeste de la capital, en el populoso barrio de Lomas del Río, Pavas, los pocos signos políticos que se dejan ver son afiches y banderas del candidato liberacionista, Johnny Araya, en postes del alumbrado público. También se observan algunas banderas del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
La estilista Marta Jackson agradece la ausencia de los distintivos.
“Antes, por la bandera, uno sabía por quién iba a votar cada familia. Por ese lado era bonito, pero ese gasto en banderas y papeles que contaminan es mejor que se destine a otra cosa”, opina.
Política moderna. En criterio de Luis Antonio Sobrado, presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), la forma de hacer política ha cambiado en el país. Señaló que una de las manifestaciones de ese cambio es la menor presencia de signos externos y el casi nulo embanderamiento.
“Las casas con banderas era una forma de hacer política de antaño (...). Ya no vivimos una realidad donde la política enfrentaba familias, recordaban los hechos del 48 y la tradición familiar inclinaba el voto. En ese entonces había voto por pasión, hoy el voto es más crítico y racional”, explicó Sobrado.
No obstante, en Hatillo 5, al sur de San José, Nancy Quirós echa de menos las banderas que ondeaban en techos y carros. “Eran un punto de referencia para saber quién iba adelante”, cuenta.
Sí ha notado, dice, que hay muchos debates, la gente busca informarse y habla de política en los buses, taxis y reuniones familiares.
Para el politólogo Gustavo Araya, otra explicación de la poca presencia de signos externos es porque hay menos recursos y los partidos dan prioridad a la publicidad.
Un elemento que no puede pasarse por alto, agregó, es la nueva forma de manifestar la preferencia política que permite el mundo digital y las redes sociales. “Ya no es necesario poner una bandera, puedo publicar un tuit o escribir en el perfil de Facebook con cuál partido voy”, agregó el experto. Colaboraron: Diego Bosque y Alonso Mata