
Bogotá. Los colombianos comenzaron a votar este domingo para elegir al primer presidente que, en medio siglo, gobernará el país sin la amenaza guerrillera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Cinco candidatos compiten por la presidencia, pero en esta ocasión los colombianos ya no tendrán el ojo puesto en un sangriento conflicto armado, sino que valorarán temas como la corrupción, la desigualdad, el crimen y las complejas relaciones con el régimen socialista de la vecina Venezuela.
"Por el bien de las próximas generaciones salgan a votar" , dijo el presidente Juan Manuel Santos, después de emitir su voto en el centro de Bogotá. "Si salen a votar todos ganamos".
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Santos dejará el poder en agosto tras dos mandatos de cuatro años marcados por su baja popularidad.
Los dos candidatos principales han presentado visiones drásticamente distintas tanto del modelo económico de Colombia como del futuro de su divisivo proceso de paz durante una campaña polarizadora marcada por una ola de sentimiento antisistema.
La abstención, que históricamente ha rondado el 50%, podría volver a ser protagonista entre los 36 millones de colombianos convocados a votar voluntariamente.

Si bien las encuestas están encabezadas por el exsenador conservador Iván Duque, el protegido del popular expresidente Álvaro Uribe, los sondeos indican que es poco probable que obtenga más del 50% de los votos, necesario para evitar una segunda vuelta el próximo 17 de junio.
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Por detrás está Gustavo Petro, antiguo guerrillero y alcalde de la capital, Bogotá, cuyo ascenso planteó la preocupación de que pueda empujar al país peligrosamente hacia la izquierda y sacudir los mercados.
"Si él gana, tiene la oportunidad de cerrar algunas de estas divisiones en Colombia", dijo Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano, sobre Duque. "Pero la gran duda es cuál será el papel de Uribe".
La campaña desató temores tanto en la derecha como en la izquierda del arco político, con los críticos de Duque advirtiendo que su presidencia sería equivalente a un tercer mandato de Uribe, algo prohibido por la Constitución.
Aunque Uribe es muy popular entre los colombianos por mejorar la seguridad y debilitar a los grupos armados ilegales, durante su mandato, el ejército cometió serias violaciones de los derechos humanos.

Por su parte, Petro y su plataforma populista han sido comparados por los críticos con el fallecido líder socialista venezolano Hugo Chávez, de quien el candidato era admirador. Petro señaló que el modelo económico venezolano no funciona y se presentó como un "firme adversario" del actual presidente del país vecino, Nicolás Maduro.
Propone una revisión del modelo económico para que Colombia se libre de la dependencia de las exportaciones de petróleo, impulsando a cambio su producción agrícola por medio de una reforma agraria. Según su programa, se elevarían drásticamente los impuestos sobre tierras no productivas para animar a los terratenientes a venderlas al Estado.
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En los días previos a la primera ronda de las elecciones, Petro acusó a las autoridades de no abordar un problema en el software de votación que, según dijo, podría derivar en fraude.
Esto generó indignación entre sus rivales y provocó una inusual intervención en campaña del presidente saliente, Juan Manuel Santos, quien dijo que los "extremistas de izquierdas son lo mismo que los extremistas de derecha: inventan fraudes donde no existen".

Además de la economía, Petro y Duque difieren en un acuerdo de paz de lenta implementación y que sigue siendo polémico entre muchos colombianos que piensan que ofreció términos muy generosos a los guerrilleros desmovilizados. Petro respalda el pacto mientras que Duque dijo que necesita "correcciones".
Otros dos candidatos, el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo y el exvicepresidente German Vargas Lleras, tienen opciones para dar la sorpresa.
Fajardo, a quien se le atribuye la transformación de Medellín de hervidero de delitos a destino turístico en crecimiento, defiende un programa para erradicar la corrupción y aumentar los programas sociales. Vargas Lleras prometió crear más de un millón de nuevos puestos de trabajo.