Al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) le sobran unos 118 jerarcas que ostentan esa categoría aunque no tienen funcionarios a su cargo.
Datos solicitados a esa cartera por La Nación revelan que, del total de 317 jefaturas, hay 118 que no tienen a quién mandar, ni programas bajo su responsabilidad. Son jefes de papel.
El manejo del personal y la calificación de los puestos de dirección están en este momento bajo la lupa de la Dirección General de Servicio Civil (DGSC) y de la Contraloría General de la República (CGR) a pedido de las actuales autoridades del MAG.
El asesor en temas administrativos de ese ministerio, Edward Acuña, explicó que esta última auditoría se solicitó ante el desorden interno en la entidad. Esta revisará el manejo histórico de las plazas de jefatura que, en muchos casos, se encuentran no solo duplicadas, sino incluso, quintuplicadas.
Acuña dirige el proceso de ordenamiento de la institución, a las órdenes del viceministro José Joaquín Salazar.
Aunque estima que la cantidad de jefes no se justifica, dijo que están a la espera de los resultados de las auditorías para tomar cartas en el asunto.
Esta no es la primera vez que el tema genera dudas, pues se han realizado otras cuatro auditorías, las cuales, por igual, también señalaron la anarquía administrativa, sin que las autoridades de Agricultura y Ganadería corrigieran la situación.
Puestos políticos. Las auditorías de la DGSC se remontan a los nombramientos realizados a partir del 2006, cuando entró en funciones la segunda administración del hoy expresidente Óscar Arias Sánchez.
Sin embargo, Alfredo Volio, exjerarca del MAG en ese entonces, consideró que el problema de la duplicación de funciones es una situación heredada de gobiernos anteriores.
Por su parte, la exdiputada Annie Saborío, quien ocupa una plaza de directora administrativa y financiera en el MAG, pero que actualmente se desempeña como asesora legislativa del Partido Liberación Nacional (PLN), afirmó que las decisiones políticas son las que tienen al Ministerio en la situación actual.
Una solución no es barata. De acuerdo con Acuña, la liquidación de esos nombramientos de más en jefaturas representaría un estimado de ¢8.000 millones.
Estructura informal. Otra auditoría de la DGSC, del 2010, señaló que en el MAG opera una “estructura informal” que predomina sobre los lineamientos de orden organizacional establecidos por el Ministerio de Planificación.
En su informe AU-I-057-2013, la DGSC además especificó que, a partir del 2006, las autoridades del MAG iniciaron una serie de movimientos de personal que afectaron “la uniformidad en las clasificaciones de puestos”.
“Hay ausencia de un estudio formal integral que evidencie cuáles tareas conforman en la actualidad esos puestos que fueron reubicados, o ubicados en otras unidades administrativas”, apunta el documento, en referencia a las jefaturas del Ministerio.
Además, se especificó que en esos movimientos y designación de jefaturas se “ha hecho omisión de las normas y principios técnicos en materia de análisis ocupacional, y las disposiciones reguladoras”.
El reporte también resaltó que en el MAG no se han generado los esfuerzos necesarios para adecuar la situación.
“Ni el Departamento de Gestión Institucional de Recursos Humanos, ni las autoridades ministeriales han prestado formalmente la debida atención a un asunto por demás conocido”.
Muchos. El exceso de jefes es evidente. Solo en el cuerpo administrativo de Agricultura y Ganadería hay 182 jefes. De ellos, 74 no cumplen funciones acordes al salario de un puesto de mando.
En el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (INTA), hay más jefes sin responsabilidades que los que están ocupados. En total son 37, pero apenas 12 tienen programas relacionados a su cargo.
En el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), son 33 jefes en puestos correspondientes con lo que hacen y 19 que no.
Solamente el Servicio Fitosanitario del Estado tiene sus 46 jefaturas con personal a cargo. Esta es la única entidad adscrita al MAG que está en regla.