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Así lucía el templo católico de Copey de Dota. (Cortesía de Martín Chinchilla)
Geiner Chinchilla fue el primero en acercarse al sitio en donde el templo de Copey era consumido por el fuego el sábado pasado, casi a medianoche. Él vive a pocos metros de ahí y quería evitar el incendio. Le resultó imposible.
"Yo agarré el carro apenas mi esposa me dio el aviso y bajé. Al llegar solo se veía una llamita y me fui a traer a un amigo, luego las llamas estaban por todo lado. Alzó fuego rapidísimo y no pudimos hacer nada", señaló Chinchilla, quien nació en esa localidad del cantón de Dota, San José.
Este hombre y otros habitantes de Copey dicen sentirse abatidos por lo ocurrido, pero saben que deben sopreponerse para levantar un nuevo templo lo antes posible. Muchos ya pusieron manos a la obra y hasta se conformó una comisión interinstitucional responsable del proyecto. Aún se desconoce cuánto dinero se necesita para hacer ese sueño realidad.
"Fue muy impactante ver cómo alzaban las llamas. Las ventanas se reventaron y eso sonaba muy feo. Es muy triste porque esto era el símbolo del pueblo. No era solo un lugar para reunirse con Dios, también era lindo ver que la gente venía aquí para conocer el templo y tomarse fotos", comentó Teresita Fallas, madre de Chinchilla y quien vive justo al lado de la plaza donde estaba ubicada la ermita.
Horas después, el Cuerpo de Bomberos confirmó que un cortocircuito entre el altar principal y la sacristía fue la causa más probable del siniestro.
Era el 'trapito de dominguear'
Milagro Cruz, quien también ha vivido en Copey durante toda su vida, no pudo ocultar sus sentimientos. "Estamos descorazonados, como si se le hubiera a uno muerto un familiar, pero ahora nos toca trabajar. Sabemos que sin misa no nos quedamos, pero también es lindo tener un nuevo templo", dijo.
Esa edificación de madera, que comenzó a construirse en 1922 y finalizó en 1926, era tan simbólica para el pueblo que se convirtió en su punto de reunión, era el escenario ideal para las fotografías y sin duda, el "trapito de dominguear", especialmente después de que fue declarada patrimonio arquitectónico nacional en 1999.
Incluso, según explicaron los vecinos, por su singular belleza en los últimos años había crecido el número de parejas de otras partes de Costa Rica que escogían ese templo para casarse.
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"Yo trabajo en el Liceo de Copey y la casa cural le presta unas aulas. El sábado salí como a las 3 p. m. y vi todo normal, había gente tomándose fotos. Fue muy triste saber que ya no está el templo", comentó Yancy Solís, vecina de Copey desde hace seis años.
Teresita Fallas recuerda que esta estructura no solo se caracterizaba por su hermosura, si no que también llamaba la atención por las historias anecdóticas de mujeres que acudían a la imagen de San Rafael, que estaba en ese sitio, para solicitarle que les deparara un esposo.
"Si una 'solterona' quería casarse llegaba y le tocaba la cola al santo para que le consiguiera marido, y más de una cuenta que así fue como llegó hasta el altar", relató esta mujer entre risas.
Manos a la obra
Todavía no se tiene muy clara la ruta a seguir, ni los recursos económicos que implicará la construcción de un nuevo templo, pero en el pueblo, todos lo dan por sentado.
"Podemos garantizarle a la población que ya estamos trabajando. Mientras tanto, las Eucaristías continuarán todos los domingos a las 8 a. m. en la escuela, que tiene las condiciones para realizar la celebración", confirmó Juan Carlos Quirós, sacerdote de la comunidad.
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Copey se encuentra en el cantón de Dota de la provincia de San José. Pertenece a la diócesis de San Isidro de El General. (William Sánchez)
Asimismo agregó: "Y sí, claro que desde ya buscamos soluciones para tener un nuevo lugar, las actividades las iremos informando con tiempo. También sabemos que mucha gente quiere ayudar y les diremos cómo hacerlo".
Para Leonardo Chacón, alcalde de Dota, las labores en pro de una nueva edificación comenzaron el domingo, un día después del incendio, cuando se realizaron las primeras reuniones con representantes de la Iglesia, líderes comunales y funcionarios de la Dirección Nacional de Patrimonio, del Ministerio de Cultura.
"Se creo una comisión interinstitucional de la que participan no solo la Iglesia, el pueblo y la municipalidad. También Coopesantos está involucrado, al igual que la Dirección de Patrimonio, que nos dijo que nos iba a guiar en el proceso. También hay arquitectos, ingenieros civiles e ingenieros eléctricos que, aunque ya no viven en Copey, son de ahí y quieren donar los planos y su tiempo. El templo era un tesoro para Costa Rica", manifestó Chacón.
Aldo Rodríguez, vecino de la zona, agregó: "Aquí todos vamos a ayudar. La idea es volver a tener algo tan bonito como lo que tuvimos".
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Esta fotografía fue tomada en 1943. A la izquierda Miguel Elizondo y a la derecha Leovigildo Chinchilla. (Cortesía de Martín Chinchilla)
Cuidados a la hora de reconstruir
¿Qué características debe guardar el nuevo templo para que se preserve el carácter patrimonial que una vez tuvo?
De acuerdo con William Monge, director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, ellos guiarán a la comunidad en las decisiones que se tomen en torno a la construcción de un nuevo inmueble.
En ese sentido, explicó que pueden optar por edificar una estructura lo más parecida a la anterior o que tenga características físicas muy diferentes. Si escogen la segunda opción, deberán resguardarse ciertos aspectos para recordar que en algún momento hubo un edificio patrimonial en la zona.
"Sí hay huellas históricas que deben respetarse. Por ejemplo, cuando uno va a la iglesia de Nicoya no sabé cómo eran las dimensiones de la anterior. La idea aquí es que sí se hagan 'huellas' o 'marcas' para que quienes la visiten vean cuáles eran las dimensiones de la estructura que estaba antes, dónde quedaba el altar y otras cosas de importancia, para que ese legado no se pierda", aclaró Monge.
¿Qué sucederá con los escombros? Monge explicó que este tema también implica un procedimiento especial.
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La estructura del templo fue reducida a escombros. Solo la casa cural, a pocos metros, se salvó de las llamas. (Alonso Tenorio)
"Deben ordenarse y guardarse (los escombros). La comunidad decidirá si quiere tener partes en exhibición o mantenerlas en resguardo, pero, por lo pronto, la idea es que ese sitio no se convierta en tierra de nadie donde todos quieran llegar a llevarse un trozo de madera quemada o cenizas", puntualizó.
El jerarca también señaló que desde el 2013 representantes de la comunidad buscaron a la oficina de Patrimonio para que les ayudaran a mejorar la infraestructura.
"Se comenzó el trabajo con puertas y ventanas. Precisamente la fase que seguía era con la parte eléctrica", indicó Monge.
Todos los entrevistados informaron que tendrán una nueva reunión esta semana.