Todo comenzó el 14 de mayo de 2017, cuando el Museo Nacional recibió unos objetos que habían sido sacados por huaqueros del sitio arqueológico Huiscoyol, en Paquera, Puntarenas.
Entre todos, hubo uno que llamó la atención de los especialistas del Museo: el hoy llamado “artefacto 112”, un metate de madera, algo muy extraño porque usualmente son de piedra.
Estudios posteriores determinaron que el objeto estaba elaborado en madera de Quercus oleoides o roble encino y su manufactura databa de hace 2.300 años.
El estado de conservación era impresionante, aunque ya comenzaba a notarse el desgaste y era urgente un trabajo de preservación.
“La madera es de los materiales más delicados para tratar, rara vez se conserva”, explicó el especialista en conservación Alexánder Reyes, quien entonces trabajaba con el Museo Nacional y le correspondió encargarse de la conservación del artefacto 112.
“Si no se conserva colapsa, se desintegra y se perdería todo el valor cultural que Costa Rica necesita”, agregó.
Como una de las patas del metate ya se había perdido del todo, la nanotecnología, ciencia que estudia y trabaja lo diminuto (un nanómetro equivale a la milmillónecima parte de un metro) entró a cumplir la tarea.
Profesionales del Laboratorio de Nacional de Nanotecnología del Centro Nacional de Alta Tecnología (Lanotec-CENAT) diseñaron e imprimieron una prótesis en tercera dimensión que le da estabilidad al metate.
“En un objeto tan antiguo, de miles de años, eso representaba todo un reto”, comentó a La Nación Rodrigo Mora, ingeniero en materiales e investigador del Lanotec-CENAT.
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“La geometría no es la más precisa ni la más exacta. No son como las cosas que se construyen hoy que todas tienen una geometría más uniforme, en aquel entonces era más complejo, no era tan fácil hallar proporciones, pero sí se podían generar varios modelos e ir a prueba y error", añadió.
Dos equipos estuvieron a cargo del artefacto 112: uno en el Museo Nacional, que se encargaba de su estudio y conservación, y otro en el LANOTEC-Cenat que comenzó la labor con base en un modelo de plasticina.
La solución dio resultado: este metate hoy se exhibe en las salas del Museo en el centro de San José, donde puede visitarse hasta el 20 de noviembre.
Labor meticulosa
La labor en el Museo comenzó el 17 de mayo de 2017, cuando fue sometido a hidratación en el área de Conservación y a limpieza con compresas de alcohol.
Cinco días después comenzó la estabilización de la pieza: temperatura, humedad, y detener el crecimiento de biodiversidad.
“Estábamos en un momento en que todos los soportes se iban a perder. Se fue sometiendo durante seis meses a diferentes procesos. Son medicamentos para recuperar la madera”, dijo Reyes.
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Aquí juegan un rol sustancias llamadas polímeros. Un polímero es un compuesto orgánico, que puede ser de origen natural o sintético, con alto peso molecular, formado por unidades estructurales repetitivas llamadas monómeros.
Vino finalmente el secado controlado y se analizaron posibles alteraciones, pero solo hubo encogimiento menor al 3%.
Todo este trabajo y sus resultados fueron determinantes en el proceso de entender las características del metate y detallar su estado.
Construir la prótesis
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Mientras, en el Lanotec-CENAT trabajaban en conseguir esa prótesis en tercera dimensión para la pata del “artefacto 112”.
“No se podía tener a una persona constantemente manipulando el objeto, ni haciendo mediciones, porque todo eso podía afectar al metate", expresó Mora.
El primer paso fue utilizar una técnica llamada fotogrametría. Esta consiste en tomar la mayor cantidad de fotografías posibles de todos los ángulos, tanto del metate en sí como del modelo de plasticina que representaba la pata faltante, enviado por el Museo.
Así se hizo un modelo computacional de cómo debió ser aquella pata, para poder crear la prótesis.
“Teníamos dos opciones: conseguir un artesano que lo hiciera de cero, con todas las dificultades que esto trae, o generarla nosotros con tecnología”, dijo Mora.
Una vez que se tuvo el modelo computacional, se buscó un polímero para poder imprimir la prótesis.
El Lanotec tiene un FAB LAB, o laboratorio de fabricación, un lugar en el que se tienen, entre otras cosas, diferentes impresoras para construir diferentes objetos.
Según Mora, se requería que tuviera afinidad con la madera, que fuera un material de fácil impresión. Se optó entonces por uno llamado ácido poliláctico, o PLA, que se lleva muy bien con el ambiente y se adapta a diferentes condiciones.
A partir de ese momento (ya para ese entonces 2018 estaba avanzado), se imprimió varias veces y se iba a probar para ver si funcionaba con el metate.
Este fue un proceso bastante largo, primero fue un mes o mes y medio para medir las características y luego dos o tres meses de pruebas.
Cuando por fin se obtuvo la prótesis, se tuvieron varias conversaciones con los especialistas en conservación para que esta se fijara de la mejor forma.
Esta prótesis no pretende ser un sustituto 100% total de la pieza y que parezca como si nunca hubiera tenido un daño. Parte de la importancia de las reconstrucciones es que estas cuentan la historia del objeto.
“La idea es que se note. Los proceso de restauración son así, por honestidad, que se sepa que esa es una prótesis y que no es la parte original, pero gracias a ella se está restaurando”, aseveró José Roberto Vega Baudrit, director del Lanotec-CENAT.
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Historia y alta tecnología se dan la mano
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La creación de esta prótesis se enmarca en una colaboración entre el Museo y el Lanotec-CENAT, que ya lleva años y del cual también han surgido tecnologías para la preservación de las esferas precolombinas de piedra.
“Yo siempre he tenido fascinación por la cultura precolombina y la restauración”, afirmó Vega.
Sin embargo, en esta ocasión se tuvo el elemento innovador de imprimir en 3D una prótesis. Y esto permite que quienes se acerquen hoy al Museo Nacional puedan ver este objeto precolombino.
“Es saber que la ciencia y la tecnología se pueden dar la mano con nuestra historia”, concluyó Vega.
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