
El flujo migratorio del campo a la ciudad es un fenómeno irreversible, “resultante de la combinación de factores de atracción de la ciudad y de expulsión de las áreas rurales”, dijo el doctor José Emilio G. Araujo, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Araujo dio las declaraciones con base en un estudio elaborado por él, al hablar ante la conferencia regional preparatoria Habitat, clausurada anteayer en Caracas, Venezuela, previa a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos, que se reunirá del 31 de mayo al 11 de junio de 1976, en Vancouver, Canadá.
La migración campo-ciudad fue uno de los temas de mayor importancia discutidos en Caracas.
Araujo dio a conocer que las personas van a vivir a la ciudad en búsqueda de empleo remunerado, facilidades de recreación, servicios de salud, educación y otros más.
Asimismo, la población se ve expulsada del campo por falta de trabajo, carencial total o parcial de tierra cultivable, condiciones inadecuadas de los servicios de salud, vivienda y educación.
El estudio apunta que las condiciones de vida del habitante rural son “sensiblemente insatisfactorias, tanto por el volumen de gente que afecta, como por la naturaleza de las mismas”.
Según datos de la Cepal, de los 310 millones de habitantes de América Latina, 100 millones se encuentran en extrema pobreza, y de estos, 60 millones corresponden a las zonas rurales.
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