Entre lágrimas, abrazos y gritos de resistencia, familiares y allegados dieron el último adiós a Roberto Samcam, el férreo opositor del régimen de Daniel Ortega, quien fue asesinado el pasado 19 de junio dentro de su propia casa, en San Vicente de Moravia, San José.
La ceremonia se llevó a cabo, la mañana de este domingo, en la Iglesia de las Ánimas, en San Bosco. “¡Roberto Samcam: presente!” aclamaban en coro decenas de personas, mientras el ataúd ingresaba a la parroquia, acompañado por la bandera de su natal Nicaragua.
Entre coloridos ventanales y una capilla llena, el ataúd fue colocado frente al altar, cubierto con las banderas de Nicaragua y España —cuya nacionalidad también ostentaba— y acompañada por la de Costa Rica, el país que desde el 2018 le ofreció refugio.
Aunque llegó a suelo costarricense en busca de protección frente a la persecución, las detenciones arbitrarias y las amenazas del régimen sandinista, la Unidad de Exiliados Nicaragüenses (UEN) advierte que Costa Rica ya no representa un refugio seguro para quienes huyen de la dictadura en el norte.
Un portavoz de la UEN, quien no brindó su identidad por seguridad, manifestó a La Nación la semana pasada que “Costa Rica es un país altamente vulnerable y no está preparado para enfrentar la amenaza que representa el régimen sandinista”.
El cuerpo de Samcam, de 67 años, fue puesto al descanso en el mausoleo de la Casa España, ubicado en el Cementerio General.

Células de Ortega en Costa Rica
Gustavo Mata Vega, quien fue ministro de Seguridad entre el 2015 y el 2018, aseguró a este medio que varios elementos del asesinato sugieren que el homicidio requirió de labores de inteligencia foránea.
El propio Samcam había advertido, en una entrevista con La Nación en el 2018, que Daniel Ortega infiltraba agentes en Costa Rica y que células del régimen operan en el país.

Tras el asesinato del opositor, la comunidad nicaragüense en el exilio teme por su vida. “Migramos para vivir y estamos muriendo”, aseveró una mujer nicaragüense exiliada en un conversatorio en el marco del Día del Refugiado, el pasado 20 de junio.
“Como personas refugiadas no somos nada, ni Dios nos ampara”, le siguió otra de ellas. Ambas identidades se resguardan por su seguridad.
Al cierre de esta nota, Presidencia de la República no se había pronunciado sobre el atentado o la operación de células del régimen nicaragüense en Costa Rica.
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El homicida entró saludando
A las 7:45 a. m. del 19 de junio, un pistolero simuló ser residente del condominio Naples, donde vivía Samcam. Aprovechó que estaban reparando el portón e ingresó saludando a los trabajadores. Ellos asumieron que se trataba de un inquilino más. El asesino subió las gradas y entró al apartamento 6; allí encontró al opositor y le disparó ocho veces.
No robó nada dentro de la vivienda ni hirió a una de sus hijas ni a su esposa, quienes estaban en otras habitaciones. El homicida abordó un carro y huyó del sitio. Las autoridades presumen que no actuó solo.
“Tratan de profundizar los conflictos internos costarricenses, para que la tensión del Gobierno tico no esté dirigida hacia Nicaragua, sino hacia los problemas actuales del país, por ejemplo, los económicos, los sociales, el ingreso de una gran cantidad de ciudadanos nicaragüenses que venimos huyendo de la represión orteguista”, advertía Samcam hace siete años a La Nación.

Este no fue un caso aislado. La agresión contra el opositor es la más reciente de al menos cinco registradas en Costa Rica.
Antes del homicidio de Samcam, el último ataque, de acuerdo con la organización Concertación Democrática Nicaragüense, ocurrió el 28 de octubre del 2024 en Upala, cuando Jaime Luis Ortega Chavarría, líder campesino refugiado y solicitante de asilo desde el 2018, fue asesinado.