Luciana, de 14 años, estaba dispersa y retraída en clases. Su proceso de aprendizaje se empezó a ver afectado,pero detrás de este había un problema que podía resultar aún más grave si no se atendía con prontitud.
Con el uso de redes sociales, la adolescente empezó a compararse con sus compañeras de colegio porque consideraba que recibían más likes y comentarios que ella en sus videos y fotografías.
El asunto escaló y la muchacha llegó a pensar que su físico era el problema, al creer que no cumplía con los estándares que veía en Instagram. Esta situación derivó en un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA).
Su familia pudo conocer más a fondo la situación de la colegiala al descubrir que ella le contaba a ChatGPT lo que le pasaba y cómo se sentía. Fue a partir de ese hallazgo, que sus parientes buscaron acompañamiento profesional para la joven.
En Costa Rica los niños reciben su primer (y propio) celular a los 9,5 años, aunque en la mayoría de los casos están expuestos a este tipo de dispositivos desde la primera infancia.
Frente a este realidad conviene preguntarse si podría un menor resultar afectado por un consumo excesivo de las redes sociales como Tiktok, Instagram o Youtube.
Sin ninguna duda, la respuesta es sí.
Así lo advirtió el psicólogo Rolando Pérez Sánchez, especialista en los usos y efectos de las tecnologías digitales con enfoque en la niñez y la adolescencia, quien señaló que se ha encontrado una afectación relacionada con la memoria y la atención en menores de edad que utilizan excesivamente las redes sociales.
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Según explicó, hay dos tipos de plataformas digitales: las de texto, como X, y las basadas en contenido audiovisual, como Instagram, Tiktok y Youtube, que son las más apetecidas por las personas menores de edad.
De acuerdo con el psicólogo social e investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR), en contextos escolares se ha visto que cuando hay una sobrecarga en el uso de las redes sociales, puede existir una asociación con una desmejora a nivel atencional. Cuando esto ocurre, puede estar asociado a una afectación en la memoria, lo que podría tener consecuencias en el rendimiento escolar.
Sus aseveraciones, señaló, se basan en metaanálisis (método estadístico que combina y analiza los resultados de varios estudios individuales) y revisiones sistemáticas internacionales.
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¿Qué se puede considerar uso excesivo? Cuando la persona descuida actividades relevantes por usar el dispositivo (físicas, escolares, laborales, relaciones sociales presenciales, etc) o cuando definitivamente sustituye estas actividades.
Un artículo de opinión publicado en The New York Times, que en su traducción al español se titula Pensar se está convirtiendo en un lujo, cita un estudio que asocia el uso de celulares con los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en adolescentes.
El estudio longitudinal, del 2018, tomó en cuenta una muestra de adolescentes de 15 y 16 años, a quienes observaron por 24 meses.
El artículo cita el informe Tiempo frente a la pantalla: impactos en la educación y el bienestar, que señala que los niños expuestos a más de dos horas diarias de tiempo recreativo frente a pantallas en teléfonos inteligentes y videojuegos presentaron peor memoria de trabajo, velocidad de procesamiento, niveles de atención, habilidades lingüísticas y función ejecutiva, en comparación con quienes no lo hicieron.
Rolando Pérez comentó que hasta ahora no se ha encontrado ningún efecto relacionado con niños y adolescentes que hacen un uso moderado del celular y de las redes sociales.
“Los estudios hablan de usos excesivos (...). Se requiere mucha más investigación”, dijo.
Otras afectaciones del uso excesivo de las redes sociales
La psicóloga infantojuvenil y psicopedagoga Gabriela Garro atendió el caso de Luciana y concluyó que la joven desarrolló cuadros ansiosos, muy fuertes
“Empezó a tener rechazo también a ir al colegio y ya cuando estaba en clase no se podía concentrar, porque estaba pendiente de sus redes sociales y con el cerebro en un estado de alerta”, comentó Garro.
La especialista advirtió de que, según su experiencia, la red social Instagram es de las más riesgosas para menores de edad, en temas de autoimagen.
En el 2024, la aplicación móvil, propiedad de Meta, creó una función para adolescentes en la que de manera predeterminada las cuentas de menores de 16 años son privadas, hay configuraciones que requieren aprobación de los padres y entre 10 p. m. y 7 a. m. no pueden recibir notificaciones.
En el caso de Luciana, ella quería aislarse, le preocupaba que sus compañeros hubieran visto sus videos y aun así decidieran no darles “me gusta”. Según la psicóloga, todo empezó con la comparación que la adolescente hacía al tener acceso a las redes sociales.
Luego de que se detectó qué ocurría con la colegiala, la familia decidió restringirle el uso de Tiktok e Instagram y cambiarla de centro educativo, porque aunque usaba su celular con control parental, tenía acceso a las plataformas por medio de otros dispositivos. También, recibió apoyo de una especialista en nutrición.
Un informe de la Unesco del 2024, titulado La Tecnología en términos de ellas, hace un llamado de atención sobre cómo las redes sociales pueden exponer a las niñas y adolescentes a contenidos negativos que validan comportamientos poco saludables o estándares físicos poco realistas.
Esta exposición, dice el informe, puede afectar la autoestima y la imagen corporal de las niñas, lo que repercutiría en su salud mental y en su bienestar, ambos esenciales para el éxito académico.
De hecho, Garro ha visto de frente las afectaciones que sufren niños, niñas y adolescentes por el uso intensivo de las redes como Tiktok e Instagram, plataformas mediante las que sus propios padres o madres les comparten videos y memes.
Conoce casos de estudiantes que ven el patrón del sueño alterado porque como no duermen por las noches por usar las redes sociales o jugar con su celular; en cambio, descansan en las tardes.
“El cerebro humano solamente descansa en las noches, en absoluta oscuridad. Durante el resto del día podemos dormir, pero el cerebro como tal no descansa. Entonces, cuando duermen en el día le roban horas de sueño a la noche. Puede ser que por cansancio físico logren dormir, pero el cerebro no está descansando. Y cuando no descansa aumentan los niveles de cortisol, hormona asociada al estrés y eso afecta los demás procesos: la alimentación, la socialización, la concentración, el estado de ánimo, etcétera”.
Si los padres o madres tienen preocupación por el uso frecuente que su hijo le da a las redes sociales, lo primero que la psicóloga recomienda es hacer una revisión de sus propios patrones de uso del celular y las plataformas digitales y empezar a regularlos.
Además, Garro insistió en la necesidad de que los teléfonos móviles se entreguen a los niños y adolescentes con control parental.
¿Qué pasa con la Inteligencia Artificial y los menores?
Otro tema relevante en el mundo de la tecnología y que inevitablemente llegó a personas de todas las edades, incluidos niños y adolescentes, es el uso de inteligencia artificial (IA).
No obstante, de acuerdo con Rolando Pérez, hasta ahora no se conocen estudios que revelen si el uso de los chatbot de IA como ChatGPT o Gemini, entre otros, influyen o afectan en menores de edad.
Por su parte, Gabriela Garro indicó que hasta ahora se sabe que los escolares y colegiales los utilizan para contarles cómo se sienten e incluso para saber cuál es la mejor manera de pedir permiso para ir a una fiesta.
“Ahorita lo tienen como un amigo. Más bien he escuchado que les resulta en un alivio y en un respaldo”, contó Garro.
Un artículo de opinión publicado en The New York Times en agosto, respalda lo dicho por la psicóloga costarricense. Según una encuesta de Common Sense Media, publicada en julio, el 72 por ciento de los adolescentes estadounidenses consultados dijeron “haber utilizado chatbots de IA como compañeros”.