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Un zorro gris (Urocyon cinereoargenteus) en el Parque Nacional Santa Rosa. FotografÍa: Juan Ramón Hernández Vega para LN.
Pequeñas comunidades y pueblos aledaños al Parque Nacional Santa Rosa han contribuido a la recuperación de poblaciones de animales y flora en esa área de Guanacaste. Un cambio de mentalidad con el paso de los años cuenta hasta hoy una historia de éxito en favor de la naturaleza.
Parte del cambio cultural se vincula a un manejo distinto y ahora menos frecuente de las quemas de pastizales o charrales para fines de agricultura. El cambio parece reflejarse en estadísticas.
Si en Costa Rica se reportaron 12.303 fuegos en vegetación en el 2019; estos cayeron a 10.724 para el 2020 con base en estadísticas del Cuerpo de Bomberos de Costa Rica. De enero al 2 de abril este año, se reportaron 4.613 mientras que, en el mismo lapso del 2020, fueron 7.383 (37% menos).
En incendios forestales también se aprecia una menor incidencia.
En el 2015 ocurrieron 61 los cuales arrasaron 10.120 hectáreas (ha). La cifra creció a 74 para el 2016 para un total de 18.575 ha quemadas.
Sin embargo, los incendios forestales cayeron a 23 en el 2017 (8.500 ha) y cerraron en 24 al 2018 (5.000 ha quemadas). Para el 2019, la cifra creció a 63 incendios pero la superficie dañada fue inferior a otros años con 8.500 ha.
El descenso de las llamas sobre vegetación, en general, viene de la mano de las personas.
Gracias a ello, el Parque de 38.674 hectáreas terrestres y 78.000 marinas en el Área de Conservación de Guanacaste (ACG) hoy vive una restauración de su bosque tropical seco y sus especies porque los seres humanos perciben distinto ese lugar.
“Se ha hecho un gran trabajo de años con comunidades aledañas al área protegida. Se les ha procurado capacitar para un manejo inteligente del fuego en parcelas y fincas. Hemos llegado al punto que hoy se han vuelto brigadistas quienes nos ayudan cuando hay fuego en el parque”, explicó Alejandro Masís Cuevillas, director del ACG.
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Un cría de venado cola blanca en el Parque Nacional Santa Rosa / Fotografía: Juan Ramón Hernández Vega para LN.
Se refiere así a las comunidades de Colonia Bolaños, La Garita, Cuajiniquil (en La Cruz) y a una brigada en caso de fuegos de colaboradores en Liberia.
Con estas comunidades, asegura, se consiguió un punto de equilibrio y las fuerzas vivas de la zona son sus aliados y en donde los niños y jóvenes son ahora quienes más se adentran en el cuido de los recursos naturales.
El ACG acumula 33 años de mantener un programa de conservación para escolares de cuarto, quinto y sexto de escuela y colegiales de primer y segundo nivel, quienes son llevados de sus aulas al Parque a estudiar biología.
“Les enseñamos cómo funciona el área y ahora tenemos un giro cultural en todos los pueblos alrededor del AGC donde esta dejó de verse como una zona abandonada y llena de charrales y ahora se percibe como el lugar de donde sale el agua gracias al cuido de las cuencas”, explicó.
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Una lechuza sabanera (Megascops cooperi) en el Parque Nacional Santa Rosa en Guanacaste hace unas semanas. Fotografía: Juan Ramón Hernández Vega para LN.
De vuelta
Entre las especies recuperadas, figura el tucán pico arcoiris el cual antes estaba solo en las faldas de los volcanes Rincón de la Vieja y Miravalles, y ahora está en la base de estos macizos gracias al recubrimiento del bosque tropical seco.
Del mismo modo, crecieron la población de chanchos de monte antes localizados únicamente en las las faldas de la cordillera y ahora con presencia en el Parque. Con ellos, también creció la densidad de jaguares que se alimentan de ellos.
“Los venados cola blanca, que son símbolo nacional, también están en las mismas. Sus poblaciones suben conforme el bosque crezca, y posiblemente llegue a una etapa de estabilización que es lo deseable pues antes no era así debido a la cacería. Hace unos 25 años, esto no era así”, recordó Masís.
Héctor Chaves, director de Bomberos de Costa Rica, también coincide en que los humanos ahora se ocupan más de cuidar la naturaleza.
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Parte de las especies comunes en el parque son las boas (Boa constrictor imperator). FotografÍa: Juan Ramón Hernández Vega para LN.
En el caso de Guanacaste, aseguró, las quemas para fines agrícolas han disminuido pero por desgracia asegura que aún hay vandalismo.
“Constantemente en redes sociales y en cualquier oportunidad siempre le damos duro a la prevención de incendios. En esas comunidades de Guanacaste, notamos que las comunidades han escuchado y asimilado ese mensaje. Siento que hay un cambio de conciencia en la población en el cuido del ambiente”, expresó.
Chaves incluso aseguró que en la zona sur del país también el cambio de mentalidad se aprecia entre comunidades indígenas donde hace años los incendios forestales eran frecuentes; en particular en Talamanca.
Esto ha variado, insiste.
“Ahí ha habido una disminución sensible en los últimos años y ahora hay grupos locales que colaboran desde la propia comunidad en apagar fuegos cuando ocurren. Hay mucho más cuidado y conciencia también”, agregó.
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Una caracara (Caracara cheriway) en el Parque Nacional Santa Rosa / FotografÍa: Juan Ramón Hernández Vega para LN.