
La neuropsicóloga pediátrica costarricense Carina Castro Fumero no había tenido contacto con la producción audiovisual más que cuando la llamaban a entrevistas periodísticas sobre sus estudios con población menor de edad y daba recomendaciones para un mejor desarrollo en la niñez.
Sin embargo, una llamada de dos productores de documentales hace un par de años lo cambió todo, y ahora es coproductora de dos documentales: uno de ellos ganó dos premios Emmy Suncoast, una división regional de los premios Emmy. El otro está nominado para los Emmy y ya fue premiado en el Festival de Cannes y los Florence Film Awards.
Ella fue contactada por una pareja de venezolanos que conforman la empresa productora Luma Creative Management. Ellos querían hacer documentales para acercar a las personas a temas complejos y preocupantes para la niñez y le pidieron ayuda no solo como fuente informativa, también la invitaron a participar de la producción.
“De pronto ver que el primer documental, para el bienestar infantil gana dos Emmy Suncoast nos hace ver que sí es necesario hacer informaciones que generen impacto y ayuden a cambiar vidas”, dijo Castro en entrevista con La Nación desde su casa en Washington.
Los documentales
Las piezas audiovisuales versan sobre dos temas que preocupan directamente a Castro: el uso de pantallas (televisión, computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes) en los niños y la dieta, rica en productos ultraprocesados que muchos de los menores llevan.
Ambos documentales van dirigidos a padres y a los adultos responsables de los niños. Ninguno dura más de diez minutos, buscan brindar la información científica en poco tiempo, porque de antemano sabía que no todas las familias podrían tener tiempo para destinar a documentales de una o dos horas.
“Mi objetivo es hablar de temas incómodos que si no los hablamos y no los conocemos nadie va a tener esta información. Me siento con responsabilidad de ayudar a que los padres estén informados y que las instituciones educativas hagan su labor y eduquen sobre el tema”, señaló Castro.
Por una vida sin pantallas

El primer documental, Parenting sin pantallas, abordó los daños que pueden tener en el cerebro el abuso de las pantallas en la primera infancia (de 0 a 6 años). La neuropsicóloga afirmó que esta es una etapa crítica para el desarrollo cerebral, en la que se forman muchas conexiones neuronales y se sientan muchas bases para el resto de la vida.
“No es exagerado afirmar que cuando un padre le da una pantalla a un niño es como darle una droga. Y está socialmente aceptado”, especificó Castro en el documental.
“Las usamos como silenciador de emociones”, agregó en entrevista con La Nación.
Para ella, el déficit de atención, el retraso en el lenguaje, la incapacidad de regular emociones, la miopía y la irritabilidad se potencian con el uso y abuso de pantallas en la primera infancia.
“Esta es la edad en donde mayor oportunidad tenemos de no arruinarlo todo”, dijo entre risas. La Academia Española de Pediatría, afirmó la especialista, desaconseja el uso de pantallas durante esta primera infancia.
Castro es consciente de que no toda familia puede tener a los niños fuera del uso de pantalla siempre, pero el documental da “los cinco nuncas” en los que el uso de pantallas sería mucho más perjudicial:
- Nunca cuando está comiendo
- Nunca dos horas antes de dormir
- Nunca cuando está realizando otras actividades
- Nunca para silenciar una emoción
- Nunca cuando están en una actividad social
Productos, no alimentos

El segundo documental se llama Food Lies, Mentiras procesadas y versa sobre el daño que hacen los productos ultraprocesados en las dietas de las personas, pero especialmente de los niños.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ve a los ultraprocesados como alimentos, los ve como productos. Su definición establece que son formulaciones industriales hechas con sustancias extraídas o derivadas de alimentos, además de aditivos que dan color, sabor o textura y que intentan imitar a los alimentos. Estos aditivos también pueden tener como fin la preservación a largo plazo.
En esta lista hay refrescos, embutidos, comidas rápidas, confites, galletas, pasteles, barras de granola o energéticas, muchos tipos de panes y cereales, envasados y comidas congeladas. Estos comestibles pueden tener altos contenidos en grasa, azúcar y sodio.
“Me preocupa enormemente la parte alimentaria porque comer saludable no es barato, es caro. Y lo que ofrece la industria alimentaria es porquería barata. Y eso es lo que vemos en las fiestas de los niños”, enfatizó la especialista.
“Y tendemos a silenciar emociones de los niños con ultraprocesados: llora porque se le puso una vacuna y el doctor le da un confite, hace un berrinche en el supermercado y le compramos un chocolate”, añadió.
En esto, Castro también da sus recomendaciones:
- Leer las etiquetas. Si no puede pronunciar uno de los ingredientes no lo compre.
- Procure cocinar más en casa.
- No busque silenciar llantos o miedos con ultraprocesados.
- No premie con productos ultraprocesados.
Para Castro no hay recetas perfectas, porque sabe que hay familias con limitaciones presupuestarias para alimentación y con condiciones en las que a veces el uso de pantallas debe ser mayor, por lo que indica que cada familia debe adaptarse a su realidad.
“No es lo mismo una jefa de hogar con cuatro hijos a una familia con papá, mamá, un hijo y una muchacha que ayude con el cuido. Pero sí que tengan información para que independientemente de sus condiciones puedan tomar decisiones fundamentadas”, expresó.
Además, el otro objetivo de los documentales es que los tomadores de decisión hagan leyes regulaciones que protejan la alimentación de los niños y centros educativos que regulen el uso de pantallas y hablen de cómo hacer uso en el hogar.
“Necesitamos ayuda de leyes que protejan a los menores. Necesitamos padres informados”, concluyó.