Perfiles de tutores con todo tipo de materias, edades y atestados llenan páginas web, redes sociales y chats de padres de escolares. Las opciones abundan y llegar a uno es relativamente sencillo. Lo difícil es pagarlo pues las tarifas por hora hacen que las tutorías personalizadas sean una posibilidad reservada para pocos.
El negocio de las tutorías educativas o clases particulares es robusto en Costa Rica. Una hora de lecciones en el país oscila entre los ¢4.000 y los ¢32.000. No obstante, la tabla de precios del Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes (Colypro) indica que el monto que debería de cobrarse por una hora de trabajo de un educador, en el caso de un profesor es de ¢13.835, de un bachiller es de ¢16.241 y de un licenciado de ¢21.655.
Jessica Araya, profesora de la sección de educación primaria de la Universidad de Costa Rica (UCR), comentó que hay dos razones por las que las familias costarricenses optan por las tutorías: la necesidad de reforzar conocimientos y las habilidades aprendidas en el centro educativo que no quedaron claras para los estudiantes y ofrecer la posibilidad de repasar la materia, sobre todo, cuando los padres de familia no pueden asumir el rol de apoyo educativo para los hijos.

La segunda razón aplica para la familia de Santiago Sobrado González, colegial de 13 años a quien sus padres le empezaron a pagar tutorías desde cuarto grado; actualmente cursa sétimo año.
“Empezamos por el tema de matemáticas. La idea era organizarle la forma de estudiar. Nos recomendaron una teacher excelente y empezamos a llevarlo a clases personalizadas durante cuarto, quinto y sexto grado”, comentó Silvia González, madre de Santiago, quien reconoce que para padres que trabajan todo el día se hace un difícil dar acompañamiento completo en casa cuando hay tanta carga académica.
Santiago siempre ha estudiado en centros educativos privados y ahora que pasó de la escuela al colegio, tiene un nuevo profesor de matemáticas que ofrece clases grupales en la que repasan la materia.
Cuando el adolescente estaba en la escuela, González le pagaba a la tutora ¢12.500 por hora y media de clases a la semana, sin embargo, en época de exámenes las lecciones aumentaban hasta ¢40.000. Actualmente, las lecciones grupales a las que asiste Santiago tienen un precio de ¢4.000 por cada 60 minutos.
Dos tutoras hablaron de su experiencia ofreciendo el servicio y ambas reconocen que después de la pandemia las tutorías son más solicitadas.
“Huecos educacionales” después de la pandemia
El negocio de las tutorías privadas ha cambiado con los años. UN ejemplo es el proceso de desarrollo del instituto EPL. Lucía D’Ambrosio, socia, directora académica y tutora del instituto, narró que la empresa se fundó para apoyar a estudiantes que quería ingresar a universidades en Estados Unidos.
Posteriormente se expandieron y hoy, además de ese servicio, ofrecen tutorías de todas las materias de primaria, secundaria y hasta de casas de educación superior. En este instituto los 55 minutos de lección tienen un costo de ¢32.000.
La directora académica comentó que después de la pandemia la demanda de clases personalizadas creció.
“Dejó huecos en la educación muy profundos: aún en los mejores colegios se ven huecos educacionales. Trabajamos con la población más vulnerable, por más apoyo que tengan, estuvieron privados de contacto, de cosas esenciales para el desarrollo y eso afectó el desarrollo educacional”, comentó la tutora.
Emily Valverde, estudiante de licenciatura de educación primaria y quien se desempeña como tutora, coincide con las apreciaciones de D’Ambrosio.
“Como lamentablemente se vieron afectados en la época de la pandemia donde la guía no fue tan directa por parte del docente, tienen una escritura bastante compleja de leer. Hay niños de sexto grado a los que no se les entiende lo que quieren expresar de manera escrita”, comentó la joven, quien realiza su práctica docente en un centro educativo público.

Refuerzos importantes
Para Jessica Araya, de la UCR, los refuerzos educativos son importantes para los estudiantes, tanto de educación publica como privada.
Comentó que en ocasiones los padres y las madres recurren a las tutorías porque los niños no lograron comprender la complejidad de algún tema específico, ya sea por falta de práctica, de ejemplos o de mayores explicaciones por parte del docente.
“En este caso se recarga al niño o al joven en mucha materia, ya sea porque se sigue un libro de texto o hay una diversidad de fotocopias que se deben completar (en el aula) y esto realmente hace que se deje de lado la profundización de los temas y que no nos podamos centrar en lo medular”, comentó.
Sin embargo, lamenta que no todas las personas pueden pagar por estos servicios “Me preocupa porque al nosotros supervisar prácticas docentes en escuelas públicas, sabemos que hay niños muy limitados económicamente, se ve que van rezagados en lectoescritura y matemáticas y a los padres y madres se les hace difícil (pagar tutorías)”, dijo.
¿Qué tomar en cuenta a la hora de contratar tutores educativos?
La docente ofreció cuatro recomendaciones básicas para seleccionar un tutor:
- Que la persona sea graduada en el área de conocimiento que requiere el estudiante.
- Que posea experiencia en procesos de enseñanza y aprendizaje.
- Que se elija un tutor que simpatice con el estudiante para crear un clima de confianza y empatía.
- Es importante que el tutor se comunique con los padres constantemente para identificar aquellos aspectos que se tienen que reforzar, mismos que deben ser comunicados por los docentes de las escuelas y colegios.