Entre noche del lunes y la madrugada de este martes, el satélite natural de la Tierra ofreció sobre Costa Rica un espectáculo astronómico para admirar con cejas arqueadas: la tradicional “Luna del Cazador” iluminó nuestros cielos con una intensidad y tamaño inusual, consolidándose como la primera Superluna del año.
El fenómeno que embelleció la bóveda celeste y capturó la mirada de millones de personas alrededor del mundo pudo verse en el territorio nacional gracias a una tregua que el mal tiempo dio y permitió menos nubosidad.
Desde tiempos inmemoriales, las diferentes culturas han nombrado las fases de lunas llenas según los ciclos de la naturaleza y sus actividades. La luna llena de octubre recibe tradicionalmente el nombre de “Luna del Cazador”.
La denominación popular tiene raíces en las tribus nativas de Norteamérica y los pueblos europeos. Marcaba el momento ideal para la caza mayor, aprovechando la luz brillante de la luna que se elevaba temprano en el anochecer, permitiendo a los cazadores ver y prepararse para el invierno.
La abundante luz lunar de esta época era crucial para el éxito de la recolección de provisiones antes de la llegada de los fríos meses del invierno.
Cuando la Luna se vuelve “súper”
Sin embargo, lo que transformó a la Luna del Cazador de este 6 de octubre en un regalo visual aún más especial es que coincidió con el fenómeno de la Superluna.
Este término, popularizado por los astrónomos, se refiere a una Luna Llena que ocurre cuando nuestro satélite se encuentra en su perigeo, es decir, en el punto más cercano a la Tierra en su órbita elíptica.
Mientras que la distancia promedio de la Luna a la Tierra es de unos 384.400 kilómetros, durante el perigeo esa distancia se reduce.
Cuando esto sucede en una Luna Llena, el resultado es que nuestro satélite se ve más grande: hasta un 14% más grande en diámetro de lo que parece cuando está en su punto más lejano (apogeo).
Derivado de lo anterior, también luce más brillante: hasta un 30% más luminosa de lo habitual.
Esta impresionante cercanía magnifica la belleza natural de la Luna, haciéndola parecer aún más majestuosa de lo que ya es.
Aunque la diferencia pueda parecer sutil a simple vista, la combinación de un mayor tamaño y un brillo intensificado creó un lienzo espectacular para los observadores y fotógrafos esta semana.
Desde que el Sol se puso el 6 de octubre, y a lo largo de la madrugada del 7, la Luna del Cazador-Superluna dominó el firmamento.
Su presencia no solo fue un recordatorio de los ciclos naturales y las tradiciones ancestrales, sino también una oportunidad para maravillarse con la mecánica celeste que rige nuestro sistema solar.