Ya pasó el tiempo desde que un embarazo sorprendió a la especialista en protocolo Christy Marín Fonseca a sus 42 años. Su hija, Emma Boza Marín, ya está en primer grado de escuela, y este es un buen momento para que ella hiciera una reflexión sobre esa primera maternidad en la cuarta década, una situación cada vez más común y que se triplicó en los últimos 25 años.
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“Yo no estaba presionada. Ni por la edad, socialmente, ni de pareja, ni de familia. Pero tampoco lo evitaba. Ya tenía una pareja estable y pensé: ‘Si se da, bueno, sería muy lindo‘. Y se dio de una manera supernatural, superrelajada. Y la verdad es que nunca me cuestioné la edad”, rememoró.
Esa naturalidad, sin embargo, hizo que no lo esperara. Se enteró cuando tenía cuatro meses de gestación. Ella tenía muestras de sangre y pensó que era un descontrol de la menstruación.
“Pasé ese susto. Después todo fue felicidad. Alegría. Fue un embarazo lindísimo, aunque solo tuve cinco meses para interiorizarlo y disfrutarlo”, recordó.
Ella nunca tuvo achaques, ni desmayos, ni mareos. Ni siquiera ascos.
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El parto se dio por cesárea, pero esto no fue por la edad. Marín nació con una luxación en la cadera que le impedía tener un parto vaginal.
“Era un riesgo pujar ,y por eso se tomó la decisión. La edad nunca tuvo nada que ver”, especificó.
La salud mental y la madurez de sus 42 años la hizo llevar ese proceso, tanto de embarazo como de maternidad. Aseguró que una de sus ventajas es tener un negocio propio, que le permitió ver todos esos primeros momentos: el primer gateo, los primeros pasos, la primera palabra.
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“A esa edad ya tenía tiempo, ya económicamente estaba más estable. Y tenía mucha energía, obviamente uno se cansa, pero como cualquier otra mujer con un hijo”, recalcó.
Sin embargo, reconoció que tuvo depresión posparto.
“No la agarré contra la bebé, no. Era más un asunto de que yo quería volver a trabajar en algún momento y me cuestionaba si podría volver a hacerlo”, explicó.
A veces piensa que lo ideal hubiera sido ser mamá 10 años antes, pero también es consciente, afirmó, de que “el tiempo de Dios es perfecto”.
‘Mi hija es mi compañera’

Su hija Emma ya está en primer grado y asegura que esta nueva etapa la ha llenado de nuevas actividades.
“Claro que me canso, pero ella no tiene la culpa de tener una ‘mamá grande’. Yo tengo que ponerle. Me tiro en la acera a jugar y pinto con tiza con ella, voy al cine, voy al canopy. Yo no le niego eso, ser una ‘mamá grande’ no tiene por qué ser una carga para ella, no es su culpa”, recalcó.
Ahora que Emma está en la escuela, Marín tiene tiempo para trabajar. Y asegura que como es una niña muy saludable, la crianza le ha resultado mucho más llevadera que si tuviera que llevarla a citas médicas constantes.
“Uno funciona por amor, y por amor, aunque uno esté cansado o trasnochado, uno lo da”, subrayó.
‘Que nadie les quite el sueño de la maternidad’

Uno de los mensajes que dejó para las mujeres que están en busca de un embarazo y que no llega es que, si eso es realmente lo que quieren, lo busquen.
“Eso sí, escúchense a ustedes. No oigan presiones de nadie: ni antes ni durante ni después del embarazo. Ni a la suegra ni a la mamá ni a la mejor amiga. Cada mujer es diferente y cada embarazo es diferente”, recalcó.
“Si usted se pone a oír historias de terror, se le van a ir las ganas. Yo por eso llegué a un punto de no escuchar a nadie. Con respeto, uno los recibe y da las gracias, pero al final uno hace lo que uno considera mejor”, concluyó.