
El cambio climático está incrementando la temperatura promedio en Costa Rica, lo que causa serias consecuencias en la salud humana, el ambiente y los sistemas de salud. Algunas de las consecuencias son golpes de calor, mayor riesgo de enfermedades infecciosas como el dengue, deshidratación y descompensaciones de enfermedades crónicas.
En el 2024, la población costarricense estuvo expuesta a una temperatura ambiente media de 25,1 °C, lo que representa un aumento de 0,7 °C en comparación con el periodo base 2001–2010. Así lo expuso el informe Lancet Count Down Latin America que explora la relación entre el cambio climático y la salud.
“A muchas personas tal vez no les parezca mucho, pero sí lo es. Un promedio quiere decir que hubo días con temperaturas más altas. Y más de 25 ° C puede ser mucho en personas que trabajan constantemente al aire libre, como trabajadores agrícolas o de la construcción. Pasa lo mismo con trabajadores informales, como vendedores ambulantes o repartidores de plataformas, y ellos ni siquiera tienen una estructura de patronos o aseguramiento que puedan”, explicó Zaray Miranda Chacón, investigadora costarricense del Lancet Countdown.
Por otra parte, entre 2015–2024, el 0,4% del territorio costarricense sufrió al menos seis meses de sequía extrema cada año, 0,33 puntos porcentuales más que en 1981–1990. Las provincias de Alajuela, Cartago y Limón son las que más lo han sufrido.
El impacto económico de estos eventos extremos durante 2024 fue de $1 millón (aproximadamente $504 millones).
“Afecta las zonas más secas. Con las condiciones de calor que hay en este momento iniciar una quema en un charral puede convetirse en un incendio importante”, aseveró Miranda.
El informe Lancet Count Down Latin America explora la relación entre el cambio climático y la salud. Este reporte no solo hace un repaso por la región (como el informe mundial lo hace sobre el planeta), sino que también realiza un perfil de las afectaciones de cada país.
“El cambio climático afecta a la salud, pero también afecta a los sistemas de salud. La gente se incapacita más, la gente necesita más atención, aumenta la descompensación de enfermedades crónicas y eso tiene un costo: más costos productivos para el país y para las economías familiares”, manifestó Zaray Miranda Chacón.
“Además, los eventos climáticos extremos pueden afectar infraestructura en el área de la salud”, puntualizó.
A esto se debe agregar la falta de financiamiento para investigaciones sobre este tema.
Costa Rica tiene ventajas sobre otros países por su cobertura boscosa y por tener un sistema de salud sólido que podría contener los embates iniciales de enfermedades infecciosas y crónicas, pero también hay señales preocupantes que deben tomarse en cuenta.
“No podemos pensar que solo hay afectación al medio ambiente. Si nos nutrimos de frutos que vienen de la tierra, si tomamos el agua de las nacientes y los ríos y el cambio climático afecta al agua y a los frutos, a nosotros también”, subrayó la investigadora.
Calor y salud
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la vulnerabilidad al calor depende de factores fisiológicos, como la edad y el estado de salud, así como de factores que aumentan la exposición, como la situación socioeconómica y laboral.
El reporte indicó que Costa Rica experimentó pérdidas laborales por $347 millones (unos ¢175.000 millones) debido al calor en el 2024, equivalentes al 0,4% del PIB. Los principales efectos se vieron justamente en trabajos al aire libre: la agricultura (45%) y la construcción (29%).
En cuanto a la edad, las personas más vulnerables son los niños menores de cinco años (especialmente los menores de un año) y los adultos mayores.
“Los niños tienen un cuerpo más pequeño y les cuesta más controlar y regular la temperatura en su cuerpo. En los adultos mayores, estos procesos son más lentos y, además, es normal que tengan otras enfermedades crónicas y esto suma riesgos”, explicó la investigadora.
El informe señaló que, entre el 2015 y el 2024, los menores de un año estuvieron expuestos cinco veces más a días-persona de olas de calor, mientras que en los adultos mayores la exposición fue más de 23 veces mayor en comparación con el lapso 1981–2000.
La OMS señala que, en un plazo inmediato, las pesonas pueden presentar insolación, deshidratación. En cuestión de varios minutos o pocas horas, puede producirse agotamiento por calor. Ocurre cuando el cuerpo ya no puede mantenerse fresco. Dentro de los síntomas están mareos, náuseas, sed, debilidad o falta de coordinación.
El Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), establece: “El exceso de calor puede provocar una enfermedad llamada hipertermia. La hipertermia leve puede causar molestias, como calambres musculares o hinchazón en los tobillos y los pies”.
Finalmente, en el peor de los casos están los golpes de calor. Se caracterizan por piel rojiza y seca, dificultades para caminar, confusión o desorientación y desmayos.
A largo plazo, las altas temperaturas aumentan el riesgo de descompensaciones de enfermedades crónicas, cáncer de piel, problemas en los riñones y males cardiacos.
Transmisión de enfermedades infecciosas
Las variaciones en la temperatura y las lluvias crea condiciones más favorables para la propagación de enfermedades infecciosas, como el dengue y otras transmitidas por insectos.
“La idoneidad climática para la transmisión del dengue por Aedes aegypti aumentó 69% entre 1951–1960 y 2020–2024. El número básico de reproducción (R0), que indica a cuántas personas puede contagiar en promedio una persona infectada, pasó de 2,1 en 1951-1960 a 3,5 en 2020-2024″, cita el reporte.
En las primeras 42 semanas del 2025 (que finalizaron el 18 de octubre), se han diagnosticado 4.408 casos de dengue. Esto es un 84% menos de los 27.386 casos que había para esta misma época en 2024. El año pasado fue un año atípico de dengue por una mayor cantidad de lluvias y mayor exposición a nuevos tipos de enfermedad.
No obstante, el impacto del cambio climático se sigue sintiendo, porque las condiciones han permitido que el Aedes pueda subsistir en todo el país.
“No podemos perder de vista que, aunque la mayoría de las infecciones son leves, el dengue es una enfermedad que puede matar”, resumió Miranda.
Incendios forestales y sequías

El reporte señala que, en el 2024, hubo 7% más días con peligro de incendio muy alto o extremo, 13% más días de exposición de la población a incendios y un aumento de 1% en las concentraciones de PM2,5 asociadas, en comparación con 2003–2007.
Las partículas PM2,5 son menores a 2,5 micrómetros por metro cúbico. Al ser tan pequeñas infectan no solo infectan las vías respiratorios, pueden llegar incluso hasta los alveolos, cavidades más pequeñas del sistema respiratorio.
Contaminación del aire
Aunque este sigue siendo un problema, especialmente por las emisiones de transporte, Costa Rica tiene una calificación mejor que otros países.
El país obtuvo 0,59 en el índice de preparación para la transición a emisiones netas cero, muy por encima del promedio regional (0,44) y global (0,52).
Financiamiento
Uno de los principales problemas es que no hay suficiente financiamiento para dedicar a la investigación científica sobre el tema. En el 2024, solo el 2% de las publicaciones científicas relacionadas con América Latina mencionaron a Costa Rica en su resumen.
“En nuestra región, no es sencillo. No contamos con gran financiamiento del tema, ni con el suficiente músculo. Toca seguir trabajando para generar datos propios de nuestra región”, concluyó.
