
Durante 2024, 472 costarricenses murieron antes de cumplir su primer año de vida. A esto se le conoce como mortalidad infantil. Esta cifra fue la más alta en 22 años, al ubicarse en 10,3 decesos por cada 1.000 nacimientos. Sin embargo, no todo el país lo vive igual.
El V Índice de Competitividad Nacional, presentado este viernes, informó sobre 26 cantones en alerta (el 30,95%), pues en 2024 superaron el umbral de 12 muertes por cada 1.000 nacimientos. Esta cifra fue establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como referencia para considerarla como un problema de salud pública.
En los últimos cinco años se ha duplicado la cantidad de cantones en esta categoría, al pasar de 12 en 2020 a 26 en 2024.
A esto se le debe añadir que hay otros nueve cantones con una mortalidad infantil en dos dígitos, algo considerado preocupante para los especialistas de salud en Costa Rica.
En total, de los 84 cantones de Costa Rica hay 35 con una mortalidad infantil mayor a 10 por cada 1.000 nacimientos. Esto significa dos de cada cinco (el 41,62%).
“Esto refleja inequidades muy importantes. Mientras que en las regiones centrales del país esta tasa anda entre 7 y 8 decesos por cada 1.000 infantes nacidos, en zonas costeras supera los 15, en algunos cantones los 20. Esto nos dice que debemos no solo luchar por bajar la mortalidad infantil, también la atención en salud, especialmente en las regiones Brunca y Chorotega”, destacó Andrés Fernández Arauz, economista del Consejo de Promoción de la Competitividad y coordinador del informe.
Eugenio Fuentes Rodríguez, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Costa Rica (UCR), enfatizó que la mortalidad infantil resume a un país las condiciones de vida de sus habitantes.
“Se llama indicador resumen porque da un termómetro de cómo están otros indicadores en salud. Si hay alza en la mortalidad infantil, probablemente haya problemas con otros indicadores”, destacó Fuentes.
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¿Dónde están estos cantones con alta mortalidad infantil?
El Índice permite hacer comparativos tanto del último año como de los cuatro años anteriores y el promedio del quinquenio de la tasa de mortalidad infantil (TMI). Este índice se obtiene al dividir la cantidad de bebés fallecidos en los primeros 12 meses de vida entre el número de nacidos vivos en un año. La cifra se multiplica por 1.000 y se expresa en tasas por 1.000 nacimientos.
“Es un incremento silencioso al que le hemos vuelto los ojos y no hemos querido prestar la atención debida. Esto es una alerta, un dato real que debe atenderse”, subrayó Fernández.
Cada año de análisis muestra números diferentes. Estos cambios se deben a que una sola muerte más o menos entre un año y otro podría cambiar la posición en un cantón, especialmente con una baja densidad poblacional y una baja natalidad.
Sin embargo, hay varias salvedades que hacen ver la gravedad del asunto. Una de ellas es que hay siete cantones que han estado al menos tres de estos cinco años en números superiores a 12: La Cruz (Guanacaste), León Cortés y Dota (San José), Montes de Oro (Puntarenas), Orotina (Alajuela) y Talamanca (Limón).
“Ninguno está en la Gran Área Metropolitana (GAM). Casualidad no es. Está asociado a desigualdades espaciales y sociales que se traducen en desigualdades en salud”, expuso Fuentes.
Si se toman los datos únicamente de 2024, año de mayor mortalidad infantil desde 2007, esta es la clasificación por cantón.
Los diez cantones con mayor mortalidad infantil el año pasado se distribuyeron dos en San José, dos en Guanacaste, uno en Cartago, dos en Alajuela y tres en Puntarenas. Solo Limón y Heredia no tuvieron cantones en este listado.
“Aquí también hay cantones que no son fronterizos ni costeros, algunos céntricos, eso es una alerta, pero también puede deberse a inequidades a lo interno de cantones”, dijo Fuentes.
Por su parte, hay otros diez cantones con una muy baja mortalidad infantil. Ocho no tuvieron muertes infantiles del todo. En este listado hay uno en San José, dos en Alajuela, dos en Cartago, uno en Heredia, uno en Guanacaste y tres en Puntarenas. No hay cantones de Limón en el listado.
Los indicadores de un solo año son importantes, pero no deben tomarse como una estadística decisiva. Por ello, el índice tomó en cuenta los años de 2020 a 2024, los estudió por separado y también hizo un promedio.
Esta es la lista de mortalidad del quinquenio. Los números promedio son menores a los de 2024, por la subida de la mortalidad en estos años:
Estos son los diez cantones con mayor TMI promedio en los últimos cinco años. Hay dos en San José, dos en Puntarenas, dos en Alajuela, dos en Cartago, uno en Limón y uno en Guanacaste. Heredia no tiene cantones en esta lista.
El informe también da cuenta de siete cantones con un mayor crecimiento de TMI entre 2020 y 2024: Dota y Moravia (San José), Nandayure y Bagaces (Guanacaste), y Poás y Guatuso (Alajuela).
Por otra parte, están los cantones con menor TMI en este lustro. Hay uno en Guanacaste, cuatro en Alajuela, uno en Cartago, uno en Limón y tres en Heredia. En la lista no figuran cantones de San José y Puntarenas.
Estudiar dónde es mayor cada mortalidad es necesario. Para Olga Araya Umaña, coordinadora de la Unidad de Estadísticas Demográficas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), analizar el fenómeno por provincia y por cantón ayuda a determinar si hay barreras geográficas que influyan en el acceso a la salud.
“No es lo mismo nacer en el Hospital México que en una clínica periférica, especialmente cuando hay complicaciones. En controles prenatales, no es lo mismo quien vive cerca del centro de salud que quien está en una zona indígena alejada”, ejemplificó en una entrevista anterior.
Por eso, añadió Fernández, estas variables geográficas y sociales explican por qué el alza en la TMI no puede ligarse a una baja en la natalidad.
“Las mujeres que están decidiendo no tener hijos son las que mayor acceso a servicios de salud tienen. La mortalidad infantil está creciendo por probablemente un limitado acceso a servicios de salud en la etapa de control prenatal. Al salir de la ecuación las mujeres con mayor acceso y dejar mayoritariamente a las mujeres con menor acceso a los servicios de salud el indicador también se está disparando”, dijo Fernández.
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¿De qué se muere en el primer año de vida?

Datos del INEC indican que siete de cada 10 niños que fallecen en sus primeros 12 meses de vida en Costa Rica tienen menos de un mes. Esto se conoce como mortalidad neonatal. Problemas como prematuridad extrema o malformaciones congénitas impiden la supervivencia más allá del primer mes.
En los últimos años, las muertes se incrementaron tanto en el primer mes de vida como entre los dos y los 12 meses.
“La mortalidad infantil es multifactorial, no tiene que ver exclusivamente con factores biológicos ni exclusivamente con factores del sistema de salud”, explicó en una entrevista anterior el neonatólogo Jaime Lazo Behm.
El 85% de las muertes en el primer año de vida entran en dos grupos: las afecciones perinatales (periodo entre las 22 semanas de gestación y los primeros siete días de vida), y las malformaciones congénitas.
En el primer grupo se ven complicaciones derivadas de una prematuridad o prematuridad extrema, bajo peso al nacer y un desarrollo inmaduro de los pulmones y del sistema inmunitario. Eso deja a los bebés muy vulnerables ante infecciones o incluso los esfuerzos cotidianos.
En el segundo grupo hay malformaciones que dificultan la supervivencia más allá de un año, en muchos casos incluso más allá del primer mes.
Sin embargo, el cambio en los números hace ver que hay muertes que hubieran podido evitarse con un mejor acceso a los servicios de salud o mejores condiciones de vida para el bebé.
Para Fuentes, una gran preocupación son las muertes que ocurren después del segundo mes, porque estas tienen que ver más con las condiciones de vida.
“Si un recién nacido va a un hogar que no tiene las condiciones adecuadas, hay problemas con el abastecimiento de agua o las paredes no lo resguardan, esto aumenta el riesgo de muerte”, evidenció.
Fernández indicó que el próximo paso del Índice es analizar esas muertes según el sitio donde ocurrió tanto el nacimiento como la muerte: si en un hospital público o privado u otro tipo de establecimiento de salud o si fue en la vivienda del menor u otro lugar.
“Creemos que por ahí puede venir parte de la explicación y por eso lo estudiaremos más adelante. Ver si tiene que ver con los establecimientos que ofrecen el servicio de salud, si hay fallas en acceso, fallas en capacidad o en la calidad del servicio o si es falta de información en las madres”, aseveró el investigador.
¿Hay forma de revertir los números?
La mortalidad infantil nunca estará en cero; hay muertes que no pueden evitarse, pero hay otras muchas que sí dependen de cambios que puedan hacerse.
El estudio que hará el Índice es necesario, pero no el único.
En una entrevista anterior la infectóloga pediatra y exministra de salud María Luisa Ávila Agüero recalcó la necesidad de hacer “minería de datos” y estudiar cada muerte individualmente para saber qué pasó en cada caso: las causas, el manejo y qué pudo hacerse para evitarla. Solo así podrán dirigirse mejor las políticas públicas.
Fernández es consciente de que esto nos dice “no estábamos tan bien como creíamos. Hay muchas disparidades en nuestro territorio, hay varias Costa Ricas. Las políticas públicas no han atendido a todas las personas y estamos dejando por fuera a madres, no solo de zonas alejadas, especialmente de zonas alejadas, también en San José estamos viendo disparidades”. Por eso es necesario realizar estudios a fondo.
